ATENCIÓN A LOS EXCLUIDOS

n n nLa palabra y el silencio de aquellos que nos gobiernan tienen un sentido ético que contribuye a la felicidad de las personas. Los ciudadanos no se encuentran correspondidos si se les escamotean las dimensiones de los proyectos. Estarían más comprometidos cuando se les dice las dimensiones de los problemas y sus alcances.
Las reformas en la legalidad atañen también a la intimidad de las personas. El carácter de las frustraciones personales es un obstáculo para evaluar su importancia y su significación. Cuanto digamos acerca de los sentimientos de nuestros prójimos no pasa de ser una inferencia. No nos pasan desapercibidos las frustraciones y en consecuencia el ambiente social enrarecido. Sus connotaciones en la intimidad de las personas.

La suma de los sufrimientos y aspiraciones de los ciudadanos, cualquiera que sea su condición y origen, necesitan resoluciones tomadas con motivación precisa de solidaridad y esperanza. Reformar la actual legislación no debe servir de excusa para empobrecer a los más pobres y enriquecer todavía más a lo más ricos. La vida psicológica de las personas se ve también sumamente afectada por los recortes económicos. Toda reforma, en la medida en que significa cambio, requiere un proceso de adaptación cultural y psicológica. Sin esta atención los pobres se verán afectados en lo poco que les queda la vida íntima. Los nichos de pobreza creados en la actual crisis se harán insoportables para muchos ciudadanos y contribuirán a desarrollar desequilibrios con difícil superación. La Organización Mundial de la Salud y Cáritas han dado la voz de alarma sobre las previsibles repercusiones psicológicas de la actual crisis. Han aumentado de forma significativa los ciudadanos que se sienten excluidos.

La ayuda que podemos proporcionar a los ciudadanos deprimidos o excluidos no emana solo ni principalmente de las leyes. La solidaridad y la caridad deben proporcionar a los ciudadanos la capacidad para interpretar los silencios y darles sentido. No toda comunicación pasa a través de la palabra. Los gestos y el hecho de estar con el sufrimiento puede paliar no pocas depresiones. Nuestra sociedad se caracteriza por admitir mal el silencio. No pocas depresiones se podrían despejar si los ciudadanos no se vieran atrapados en una red de medias verdades, de mentiras y de incongruencias. Dentro de las dificultades necesitamos como de una medicina personal la claridad de los planteamientos de los políticos, su honestidad y honradez.

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