Don Tiberio Ávila, ilustre vianés

El 24 del pasado mes de noviembre se descubrió una placa conmemorativa en el Círculo Gallego de Barcelona al ilustre vianés don Tiberio Ávila, uno de sus fundadores con Francisco Cortón, en el año de 1892 con motivo del 115 aniversario de la fundación de dicho círculo.
Vagas y pocas son las noticias que se conservan de este célebre vianés en el lugar de su origen, incluso uno de los descendientes de la familia el médico Ávila, de feliz memoria, con el que me unió una excelente amistad, al hablar de su tío era muy poco lo que sabía, tal vez por quedarse muy joven huérfano de padre, hermano del interesado.

Como quiera que sea dada la referencia que nos hace el periódico ourensano La Región de dicha fecha, nació en Viana el 28 de octubre del año 1842 donde pasó su infancia e hizo los primeros estudios, se trasladó a Madrid, más tarde, a hacerse farmacéutico. Terminada la carrera ejerció en el hospital de la Princesa y entonces se hizo abogado simultaneando estos estudios con los de pintura en la Academia de San Fernando, incluso le hizo un retrato al entonces rey don Amadeo de Saboya con el que tuvo buena amistad. Y al abdicar éste regresó a su Viana para comenzar su carrera política siendo diputado de la Primera República. Restaurada la dinastía borbónica emigró a Barcelona consiguiendo una plaza en la Escuela Superior de Bellas Artes, y al mismo tiempo obtuvo una acta de diputado por Barcelona de la que fue también concejal.

Las noticias que he podido captar de mis abuelos, padres y ancianos de entonces se le tenía en Viana, dadas sus diversas facultades y profesiones como un personaje misterioso, incluso se le atribuían poderes ultraterrestres, sin embargo sólo ejerció la pintura más bien como distracción que como profesional.

Le oí decir a mi padre que en cierta ocasión fue a la villa un célebre y popular labrego, o Perucho da Hermida, tipo achaparrado, de baja estatura y grueso cuerpo, grandes mostachos, vestimenta del país y un amplio chambergo que casi le cubría su cara fea en cuanto cabe. Total que al verlo casualmente don Tiberio le causó tal gracia que quiso al instante hacerle un retrato. Para ello buscó unos amigos y conocidos del hombre con el fin de que lo entretuviesen mientras él manejaba los pinceles. Una vez conseguido lo expuso en un comercio en lugar bien visible al que necesariamente habría de entrar o Perucho ha hacer sus compras. Cuentan que al verlo el interesado exclamó: Que home tan feo caracho, eu serei feo pero este moito mais.

Creo que se conserva este retrato, yo por lo menos he visto una de sus copias. La risa y algazara de don Tiberio se supone.

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