Humanizar la medicina

El haber hecho de la vida y la muerte un tema tabú, ha tenido sin duda un claro protagonista económico.
Que lo sería menos tal vez dentro de un proceso de humanización de la medicina, así como el enorme soporte que hoy día podría dar a la patología terminal y a la vejez en particular el acceso a las materias propias del auto conocimiento. Lógicamente ello implica abrir un debate en beneficio de la llamada medicina humanística suscitando los correspondientes puntos de encuentro e interés terapéutico. En este sentido es de significar la labor de profesionales como el doctor Roger Cool, médico australiano, la doctora Kubler Ross, psiquiatra suiza, Brian Weis, estadounidense y otros muchos profesionales. Esto es, dando su estímulo psicológico al paciente, evitando su caída en niveles de ansiedad, psicosis y reforzando la actitud de pensamiento positivo y también como medio de crecimiento personal del paciente y una terapia complementaria al tratamiento alópata. Quizá desde este planteamiento se podría defender la postura de no prolongar artificialmente la vejez, lo que pasa por un proceso de humanización de la medicina.

Los ciclos de la vida humana son conocidos y aceptados (lactancia, infancia, pubertad, madurez, y vejez). La vejez se caracteriza por el declive final de las funciones metabólicas con la irreversibilidad de ciertos cambios dentro de un proceso normal en el ciclo vital. Todo lo que sea prolongarla artificialmente resulta absurdo aunque si me parece defendible su calidad de vida mientras tal vida existe. De la oportunidad que es cada instante, muerte y vida parecen ser la paradoja perfecta en lo trascendental de la existencia.

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