Todos los 'buenos' demócratas por lo menos están de acuerdo de que la democracia se asienta sobre la libertad,sobre la responsabilidad.
Pero las libertades formales, reconocidas y tuteladas por la ley, no son aún la libertad ni conducen a la misma, sobre todo si persiste un grado de desigualdad. Decir que todos somos libres debe sonar a sarcasmo en los oídos de los que no encuentran trabajo, reciben pensiones que a duras penas sostiene en pie el derecho a la vida o se sienten o están marginados por desventajas sociales. Sin igualdad la libertad es más cuento que otra cosa. Porque con la libertad pasa lo que con el hambre. Todos los que tienen hambre pueden comer, pero sólo comen los que tienen medios para comprar alimentos. Pues eso, todos son libres, pero sólo pueden usar la libertad los que disponen de los medios. Y en un sistema mercantil,como es el nuestro,donde todo tiene un precio,también la libertad necesita pagarse.Por eso la igualdad es la tarea más urgente.
