MISERICORDIA Y CONTRADICCIÓN POLÍTICA

No está reñido el practicar obras de misericordia, como el dar de comer al hambriento, enseñar al que no sabe o tener paciencia con el prójimo, con la ayuda a los demás.
Sí, me refiero a la acción simbólica y en cierto modo contraria a la legalidad del señor Gordillo. Sin embargo si analizamos algunas cuestiones de fondo podemos ver la necesidad de una superación de la contradicción política de luchar contra la cercenación o apartamiento de los más pobres y desvalidos de la sociedad. Sí, me refiero a los parados y a quienes nada o casi nada tienen que llevarse a la boca, que no han podido ir ni este año, ni hace muchos, de vacaciones, y que viven en el ostracismo del relegamiento social. A este respecto, y como una acción de reclamo, tanto el señor Gordillo, como otros compañeros del mismo, se pusieron manos a la obra de efectuar una acción reivindicatoria contra la injusticia y el olvido social.

En pleno siglo XXI en España, hay gente que busca comida en los cubos de basura, hay gente que no llega ni a fin de mes, ni a mediados, hay gente que está siendo ninguneada por un gobierno que lleva el apellido del pueblo, pero que trabaja a destajo al parecer para que el pueblo cada día tenga o vea mermados algunos de sus derechos. Por ello una acción solidaria unida, quizás no correcta en la forma, sí afrenta a la legalidad, pero quizás está más del lado de la justicia, de ideales tales como la fraternidad.

Una de las obras de misericordia es dar de comer al hambriento. Si para salvar una vida hay que hurtar ¿es lícito ello? ¿Qué vale más pues, el pundonor de la contradicción política o que algunas familias puedan cenar y vivir con mayor dignidad? Eso sí, que la justicia, que es ciega, siga trabajando, pero que la acción simbólica no sea sólo interpretada como un delito, sino que también representa un plus, una llamada al cambio de este gobierno gris y pardo, que ha olvidado palabras como cooperación y solidaridad.

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