ÓRDAGO A LA RAZÓN

Todos los días caminaba haciendo el mismo recorrido.
Pero un día, ese camino se truncó, irremediablemente. Ya no supo por dónde ni a dónde ir. Nada en su apariencia física hacía sospechar que esta persona navegaba sin rumbo por rutas desconocidas. Por lo que, la advertencia de las gentes por él conocidas, ya no podían servir de control ante el inminente peligro de la desvirtuada realidad. Convertirse en una persona sin identidad y sin destino es consecuencia de esa patética enfermedad llamada Alzheimer. Capaz de plantar un órdago a la razón de la propia identidad; dinamitar las bases de la coherencia cognitiva; desterrar los sentimientos de la persona que la padece y poner a prueba al de los que la soportan más de cerca.

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