silencio cómplice

El mundo moderno ofrece muchas ocasiones para hablar, las cosas se suceden con gran rapidez y no es fácil valorarlas con ponderación. Quizá esa sea una de las razones por las que los ciudadanos se apuntan a guardar silencio, a dejar que las cosas pasen sin que ellos intervengan, salvo en casos excepcionales y muy llamativos. Guardar silencio en ocasiones arrastra una dosis fuerte de complicidad con hechos que desearíamos evitar.
El silencio cómplice deja al descubierto una personalidad frágil e insegura, incapaz de oponerse a las corrientes de opinión que pueden ser atractivas pero que encierran contradicciones alarmantes.Las grandes situaciones de frustración padecidas por la sociedad actual no hubieran sido posible, o tendrían mayor dificultad para llevarse a cabo, si no hubiera habido un cúmulo de situaciones escondidas tras un silencio cómplice. Algo que debe calificar a los políticos no es su capacidad para ocultar los problemas con el silencio, sino su inteligencia para anticiparse a ellos y buscarles una formulación inteligible y adecuada a las necesidades de los ciudadanos.

Persuadir es otra tarea fundamental de los políticos, que debe sustituir al ordeno y mando tan arraigado entre nuestros gobernantes. La pedagogía política no se hace solo ni fundamentalmente desde el silencio, sino mediante el diálogo, trabajo imprescindible para desarrollar los proyectos de convivencia y de progreso.

La actual forma interna de desarrollarse los partidos políticos es tomando como base fundamental el silencio de los ciudadanos ante los problemas que plantea el progreso y la estabilidad. La frase tantas veces repetida 'el que se mueva no sale en la foto' sigue de actualidad hoy. Todavía no hemos visto críticas solventes a frases y actitudes que potencian el silencio cómplice con tantos desmanes del poder.

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