Alcaldes de la comarca de Celanova se ven incapaces de asumir el control de los caballos salvajes

El Concello de Padrenda, con 1.614 habitantes y 1,5 millones de euros de presupuesto anual -de los que 1,2 millones están destinados a gastos de personal, en bienes y servicios-, tendrá que hacer frente este trimestre al pago de una factura por las cinco semanas que estuvo en tratamiento veterinario Tina, una yegua semisalvaje que en abril requirió los servicios de un profesional especializado para tratar la herida originada en una de sus patas. “Cando chegue a factura… falaremos. Nós, cando soubemos do seu estado, non miramos o diñeiro. Queriamos curar a un animal que estaba mal. Non era unha opción deixalo estar”, comentaba esta semana el alcalde, Manuel Pérez Pereira, satisfecho por la recuperación del animal y la implicación de los vecinos, pero crítico con la sobrecarga de competencias con los que se lastra a la administración local, especialmente a los concellos pequeños. Según el decreto 142/2012, de 14 de junio, por el que se establecen las normas de identificación y ordenación zoosanitaria de los animales equinos en Galicia, en su artículo 24 se establece que la detección o captura de los équidos en libertad es competencia de la administración local. “Entre Gorgua, San Pedro e Vilar podemos contar estes días unhas 70 ou 80 cabezas de cabalos. Segundo a lei, deberiamos atrapalos, metelos a todos nunha nave que non temos, darlles de comer, publicar o anuncio no Boletín Oficial da Provincia e, se non aparece o dono, poxalos para tratar de compensar os custes”, enumera el regidor del Partido Popular, que conoce la ley, pero advierte que “nós non temos medios para iso, nin cartos nin persoal”, insiste. Daños en cultivos La gestión de la fauna salvaje es también una preocupación en el concello limítrofe de Verea. “Paréceme que os gobernos municipais estamos sobredimensionados, cárgannos demasiadas competencias e medios, ningún. Cando ningunha administración quere facerse cargo de algo, adxudícanlla aos concellos. Agora falamos dos cabalos, pero ocorre o mesmo cos cans, os gatos… E pasa o mesmo con outros servizos como o xulgado de paz, co catastro… Cando se lexisla algo, deberíase dotar de orzamento”, señalaba el alcalde, José Antonio Pérez Valado, quien hace poco tuvo que hacer frente a una factura de 600 euros para retirar los restos de un caballo que apareció muerto en Vilar. “Eran tres cabalos que andaban soltos e, un día, un apareceu morto dun disparo. Veu o Seprona, pero foi o Concello quen tivo que facerse cargo”, recordaba sobre una investigación que sigue abierta para dar con el culpable. La presencia de manadas de caballos salvajes en los concellos de la “raia” del Leboreiro no es nueva pero, en esta época del año donde el alimento escasea, su presencia se hace más frecuente en las inmediaciones de los núcleos de población. “Pode ser que danen algún cultivo, pero se non fora por eles, os arredores dos pobos estarían a monte”, describía el alcalde de Padrenda, quien apuesta por la convivencia y la responsabilidad de los propietarios de los equinos. Quintela de Leirado es otro de los municipios de Terra de Celanova donde, con frecuencia, se registran avistamientos de caballos en semilibertad. Precisamente hace unos días, una manada de 20 ejemplares obligaba a parar la circulación en la OU-0209 al propio regidor local, José Antonio Pérez Cortés. “É un problema que ven de lonxe. Habería que obrigar aos donos ao cumprimento da lei”, dijo. Tina, la yegua que movilizó a toda una aldea en Padrenda El pasado domingo, vecinos de Vilar liberaban a Tina tras permanecer bajo supervisión veterinaria las últimas cinco semanas. El animal salvaje sin dueño conocido fue capturado -a instancias del Concello y por un profesional veterinario con un rifle anestésico- tras detectar una vecina que la yegua tenía una fuerte inflamación en su pata izquierda, posiblemente por quedar atrapada en una trampa de alambre. “Estamos muy contentos por su recuperación, la pata ha mejorado muchísimo y ella cogía peso cada día”, relataba la vecina tras asistir al reencuentro de la manada.