“Amunt” Arenteiro

Y la respuesta estaba delante de sus ojos. Esto que puede parecer una frase mesiánica, (no de Leo Messi, ahora más centrado en acumular balones de oro como el que colecciona puntos del supermercado), es lo que se encontró la plantilla del Arenteiro en forma de cuadro en la pared antes de iniciarse el sorteo de la segunda ronda de la Copa del Rey. Una camiseta firmada por los jugadores del Valencia justo encima de la televisión de un pequeño cubículo fue el preludio de 20 largos (eternos) minutos de espera hasta que comenzó el reparto de cruces clasificatorios, con un índice de nervios camuflado de distintas formas. Unos pedían que empezase, otros bromeaban sobre la posibilidad de no estar en el bombo y que todo fuese una broma cuando se acababan las bolas y la papeleta del Arenteiro no aparecía. Y otros, como Renan Zanelli, se lo tomaban con calma, con su café en la mano y con poca prisa por entrar en la sala de prensa, que por momentos pareció el camarote de los hermanos Marx, por lo apretado y también por el buen ambiente que se vivió. Mientras, el presidente Argimiro Marnotes contenía su euforia bajo la mascarilla, pero sus ojos, con la ilusión clavada en ellos, denotaban que sus colores son los del Arenteiro. Los jugadores van y vienen, pero él, ya nació verde. Tras una interminable concatenación de vídeos de presentación (en el primero los jugadores carballiñeses se dieron cuenta de que no salieron en las imágenes, lo que trajo nuevamente la broma de no estar en los cruces) comenzó el sorteo y como no, el nombre del Arenteiro se hizo esperar, tanto que fue el penúltimo nombre, para desesperación de todos. Como en un calco del anterior sorteo, la bola amarilla del Arenteiro fue la última en salir de la urna. Su destino estaba en una bola verde y dentro estaba el nombre del Valencia. El cuadro pasó de pista a evidencia y bajó de la pared, Marnotes se quitó la coraza de presidente y Luci, otra incondicional del Arenteiro e imprescindible en el día a día se unió a la fiesta con cierta timidez pero los mismos saltos enérgicos que los jugadores, una euforia que duró el tiempo justo para empezar a hacer cuentas y cábalas sobre lo que se encontrarán el próximo día 15 de diciembre, o el 14, o el 16. Ya se verá. “Hay que eliminar al Valencia, que quiero que venga Jesé (jugador del Las Palmas) a Espiñedo” se escuchó en tono de broma (o no), aunque el fútbol es impredecible, casi tanto como que la camiseta del equipo ché estuviese allí situada de manera estratégica y que el sorteo deparase ese emparejamiento. Porque si algo tiene de bonito el fútbol, es esto, poder repartir ilusión en base a dos papeles que salieron de una urna. No se sabe si fue el premio gordo, pero viendo la cara de Fran Justo, al menos la pedrea ya la tienen asegurada. Casualidad o destino, el Arenteiro, O Carballiño y Espiñedo tienen una ocasión única de disfrutar del fútbol, con su nuevo y todavía en pruebas (ayer) vídeomarcador y de tener a todo un Valencia, con sus José Bordalás, Carlos Soler, Maxi Gómez, Diakhaby o Doménech dejándose la piel por superar a un equipo que ya ha demostrado que a corazón y ganas no le van a superar.