"Solo queríamos jugar y progresar, éramos humildes"

Los 38 goles anotados a lo largo de la 1967/68 convierten a Carballeda en una de las claves de la legendaria campaña 

Una lesión en el talón de aquiles acabó con su carrera a los 28 años, cuando militaba en el Portuense. A Andalucía llegó tras brillar en Pasarón, donde estuvo cuatro años. Pero sobre todo, José Carballeda (Doade, 1946), es leyenda del CDO. Un centenar de goles con la camiseta rojilla, 38 de ellos concentrados en la mítica 1967/68, en la que se convirtió en la referencia ofensiva indiscutible.

¿Cómo fue tu llegada a O Couto?

Todo comenzó en un torneo de verano de la Diputación, cuando tenía 17 años, en el que me captaron técnicos del Arenteiro. Conseguimos ascender por primera vez a 3ª, y acabé fichando por el Ourense, en la 1966/67.

En la primera temporada caéis ante el Jerez en la promoción, en el arranque de la 67/68, ¿cuáles eran las sensaciones?

Solo queríamos jugar y progresar. Éramos gente humilde, un vestuario sin fisuras y con un ambiente excelente. Varela, Astigarraga o Ángel eran una garantía y permitían el carácter alegre que nos definía como equipo.

Un conjunto muy ofensivo

Siempre pensábamos en atacar. El talento de Seara, el regate de Pataco o Cortés, un asistente genial, garantizaban espectáculo.

Y tú aportabas los goles

Mi trabajo era ése. Estaba los 90 minutos pensando en cómo podría llegar al gol. Era un 9 clásico.

Acabas anotando 38 tantos en 30 partidos. Una barbaridad.

Esas cifras son mérito de mis compañeros. De Cortés, de Pataco, de Túnez. Los 38 goles son sólo el reflejo del nivel de todo el equipo.

De gol en gol, y de victoria en victoria, se va acercando el final de temporada y el equipo seguía sin perder.

Nosotros no pensábamos en el posible récord. Queríamos el ascenso. Pero cuando quedan unos pocos partidos, varios directivos empiezan a hablar del tema, y ahí nos damos cuenta de lo positivo de intentar conseguir la hazaña.

Una presión añadida.

Fuera de casa nos apretaban mucho. Pero el peor fue en O Couto, ante el Lugo, en la jornada 28. No fue hasta en el 94' cuando pudimos romper el empate, gracias a un centro de Túnez que consigo rematar tras chocar con el portero.

Y en la última jornada, fiesta en Santa Isabel.

El partido ante el Compostela fue muy emotivo, con 7.000 personas en el campo y gran ambiente.

Por desgracia, después llegó la decepción ante el Ilicitano.

Sí. Fue muy duro no conseguir el ascenso ese año. Visto con perspectiva, el tema del récord no nos ayudó en las eliminatorias. Los rivales llegaban en alerta, y a nivel físico estábamos muy justos. Aunque conseguimos pasar, la vuelta ante el Caudal, en el Camp Nou (primera derrota del año), fue muy exigente. Quedamos fundidos. Arrastraba molestias en los abductores, y para que pudiese llegar ante el Ilicitano me infiltraron tres veces durante la semana. A los 15’ ya arrastraba la pierna. Como aún no había cambios, tuve que aguantar todo el partido.Esa eliminatoria la jugué al 40%, y como yo otros compañeros.

¿Comprendisteis las críticas después de caer eliminados?

Completamente. Nosotros mismos no sabíamos qué había pasado, después de una temporada tan buena. Fue una decepción brutal.

Tocaba volver a empezar.

Recuerdo ese verano, en el Trofeo del Corpus, le ganamos al Celta y cuando estábamos haciendo la vuelta de honor nos empezaron a silbar. Al ver esto, Bouso se unió a nosotros, para que también le cayeran a él los reproches. Él era así, siempre al lado del jugador. Esa unión de todos fue clave para superar los malos momentos.

Pero llegó la redención.

Tras una gran temporada, conseguimos el ascenso ante el Bilbao Athletic, con un 0-1 en San Mamés (mi gol más importante como rojillo). El equipo pudo cerrar el círculo y disfrutar, por fin, de un merecido ascenso.

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