Fiscal pide dos años de cárcel para seis urbanos por torturar a un detenido

La Fiscalía pide dos años de prisión y diez de inhabilitación para diez guardias urbanos de Barcelona a los que acusa de torturar a un presunto traficante de drogas como represalia por haberles agredido cuando fueron a detenerlo en la discoteca Bikini de Barcelona.

En la sección quinta de la Audiencia de Barcelona se ha iniciado hoy el juicio contra los seis agentes y contra el supuesto 'camello', un hombre de Trinidad Tobago, hijo del cónsul de su país en Noruega, que afronta ocho años de cárcel por tráfico de drogas, atentado a la autoridad y lesiones.

Según mantiene la Fiscalía en su escrito de conclusiones provisionales, el presunto traficante, Yuri S., ofreció 4,52 gramos de hachís a dos agentes de la Guardia Urbana fuera de servicio con los que coincidió la noche del 7 de septiembre de 2006 en la discoteca Bikini de Barcelona.

Ante dicho ofrecimiento, mantiene la fiscal, los dos urbanos se identificaron con sus placas, lo que provocó que Yuri S. empujara a uno de los agentes y estampara un vaso de cristal en la cara del otro, al que causó un traumatismo craneoencefálico con pérdida de conocimiento transitorio.

Otros cuatro urbanos que también se encontraban de fiesta en el local acudieron en auxilio de su compañeros y, pese a identificarse como policías, recibieron patadas y puñetazos del presunto traficante de drogas, al que lograron finalmente reducir en el suelo.

Una dotación policial uniformada de la Guardia Urbana se llevó al supuesto 'camello' a la comisaría de la Zona Franca de Barcelona, adonde los seis agentes fuera de servicio llegaron con sus coches particulares y asumieron la custodia del detenido, la instrucción de las diligencias y la confección del atestado, mantiene la Fiscalía.

Posteriormente, los seis agentes condujeron al detenido a una oficina de la comisaría, donde, como represalia por su agresión previa, le dieron presuntamente varios puñetazos y patadas, golpes que repitieron una vez lo tenían tendido en el suelo.

Los imputados, añade la acusación pública, apagaron un cigarrillo en el hombro al detenido y le restregaron la cara con una fregona, mientras le interrogaban acerca de su familia, actividad laboral, aficiones y hábitos.

La versión del supuesto traficante es distinta: niega que ofreciera droga a los agentes y mantiene que el enfrentamiento con ellos, cuya condición de policías desconocía, se inició por una chica a la que habían abordado en la discoteca.

El acusado ha ratificado los maltratos que en su día denunció haber recibido de los policías y ha reconocido con claridad al menos a tres de ellos como sus presuntos agresores.

El procesado, que tiene una empresa dedicada a la organización de actos deportivos relacionados con el boxeo y las artes marciales, ha explicado que mientras estaba detenido llegó a pensar que lo matarían y que, tras quedar en libertad, se tuvo que refugiar una temporada en su país de origen por el trauma que le causó su experiencia con la Guardia Urbana.

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