MITÓMANOS

Frantisek Drtikol, fragmentos de luz

Dibujo
photo_camera Imagen: Composition (14), de Frantisek Drtikol.

Decía Barbara Kruger: “Tu cuerpo es un campo de batalla”. Cuerpo como lugar artístico -de representación-, lugar de las contiendas más duras que se hayan podido imaginar. Cuerpos desnudos rodeados de censuras, y no hay más que pensar en Mapplethorpe, Sally Mann o Andrés Serrano, por ejemplo. En el último tercio del XIX, la visión en conjunto del cuerpo representado era tan arriesgada que aquellos osados que optaron por un uso fragmentario se sentían como el Quijote ante los molinos de viento. Una indecencia en toda regla. Al menos hasta que la experimentación fotográfica se hizo valedora de los tiempos. 

Hoy son todos reconocidos ejemplos, aquellos que teorizaron alrededor del cuerpo como escenario mayúsculo, una visión, en la mayoría de los casos bien distanciada de propósitos oscuros. Entre ellos, Frantisek Drtikol (1883, Príbram- 1961, Praga), quien llegó a la fotografía por casualidad, puesto que lo suyo era la pintura. “Una buena cámara no hace un buen fotógrafo, sino que depende de la imaginación del autor” decía, y le sobraban razones a este checo arrastrado primero hacia un pictorialismo de corte modernista, muy acicalado con influencias claras del movimiento, para después derivar su creatividad hacia corrientes del simbolismo y en los últimos tiempos apoderarse del art nouveau, y siempre con una elegancia a prueba de fuego.

Artista concienzudo, para él cada obra estaba llena de grandes preparativos, todo figuraba al detalle y sobre la que empleaba todas las técnicas posibles. Obsesionado también por la danza y la desnudez femenina, muchas de aquellas modelos, incluida su primera esposa, Eva Kupferova u Olga Vladimirovna, eran bailarinas. Célebres son los retratos caracterizándola de Salomé -Olga-. 
Drtikol trabajó la fotografía durante más de dos décadas, convirtiéndose en una referencia como fotógrafo de estudio, por el que llegó a pasar el propio presidente checo, Tomás Garrigue Masaryk.

Meritorias fueron sus composiciones y la fuerza de sus fragmentaciones del cuerpo femenino, a través de un potente juego de luces y sombras y una escenificación muy mimada. Antes de alejarse definitivamente de la fotografía, en 1935, prescinde de la figura humana y se centra en siluetas de objetos y formas de mujer. Menos complicadas de mover, seguro.

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