Mariana Doldán es nutricionista. Nieta de gallegos, nació en Montevideo, pero su corazón siempre ha estado ligado a Galicia. A la tierra de su familia llegó en 2011 de la mano de los campamentos de la Xunta y regresó en 2019 ya para quedarse gracias a las Becas BEME, con las que ha estudiado un máster en Genómica y Genética. Hoy, ejerce como nutricionista con sede en Ourense.
Se define como una gallega en Montevideo. ¿Cuál es su historia?
Soy nieta de gallegos. Mi papá es hijo de un gallego de San Pedro de Nós, de Oleiros, y una gallega nacida en Sada. Primero viaja mi abuela a Uruguay con sus hermanos y sus padres. Siempre cuento la historia porque es muy romántica. Ellos se enamoraron en una fiesta de Sada, salen un tiempo, pero con la partida de mi abuela mantienen el contacto por cartas. Mi abuelo poco después parte también, primero se va a Río de Janeiro, después a Venezuela, pero motivado por la coruñesa de las cartas, decide dejar todo e irse a casarse con mi abuela a Montevideo. Tuvieron cuatro hijos y uno de ellos es mi papá. Desde siempre hemos estado vinculados a los centros gallegos. Siempre estuve metida en la colectividad, bailando, tocando la pandereta, cantando. Para mí no era nada ajeno Galicia, pero la primera vez que vine fue con los campamentos de la Xunta “Concecta con Galicia” en 2011 y me enamoré. Me encanta Galicia. Luego, cuando salieron las becas BEME, yo todavía no había terminado la universidad, así que el primer año no me pude anotar y el segundo tampoco porque no me habían expedido el título. Y el tercero ya fue mi año. Con este otro programa de la Xunta vine a hacer el máster de Genética. Esa fue la historia que me trajo a Galicia en el 2019. Haciendo el máster se desató la pandemia y me quedé tres meses encerrada. Por suerte logré terminar el máster, logré entregar el TFM, pero la idea era seguir con el doctorado, pero todo se complicó y no pudo ser. Me puse a trabajar por cuenta ajena y también a través de los programas de la Xunta me motivaron a hacerme autónoma. Yo tenía 29 años y me lancé a la aventura en octubre del 2022.
¿Y cómo va la aventura?
Bueno, bien, he tenido este un par de inconvenientes porque la vida del autónomo es trabajar todo el tiempo y no siempre cobra. Tengo que decir es que a mí me ayudó mucho la empresa Cimo con la parte de capacitación, con el programa “Yo emprendo”. Me dieron herramientas porque yo no sabía cómo se facturaba en España, no entendía nada de lo que era Hacienda, tuvieron que explicarme cómo era lo del IVA… Todo eso que hay que saber para ser autónomo. Y después me encontré con todo un mundo de posibilidades. O sea, pensaba que iba a trabajar solamente de hacer atención nutricional, pero no, encontré todo un mundo de opciones, desde dar charlas, desde pacientes online e incluso, lo vinculé con con mi máster de Genética, haciendo nutrigenética, que es el análisis de nuestros genes, cómo están programados para que nosotros con la alimentación podamos modularnos. Quiero decir, que si nosotros tenemos una probabilidad de desarrollar una enfermedad o una intolerancia con nuestra alimentación podamos prevenir que se desarrolle. Mi objetivo como emprendedora es devolverle a Galicia un poco de lo que me dieron. Todo lo que gano lo desembolso aquí, en alquiler, en compras, en suministros, en turismo interno, no vengo a “chupar”, como se oye a veces, sino a devolverles, a quedarme y formar mi familia aquí.
¿Cuáles son las principales trabas que se ha encontrado en su vuelta?
La convalidación de los títulos. Llevo cuatro años con problemas. Hay muchas cosas en las que me veo totalmente limitada por culpa de eso, a pesar de tener los títulos. Llevo cuatro años sin respuesta, es silencio administrativo. A ver si se resuelve pronto.
Teniendo en cuenta la alimentación de los gallegos. ¿Cuáles son las claves de la longevidad?
Influyen muchos factores. Entre lo que comen, la actividad física, que es bastante grande, sobre todo mujeres de aldeas y demás, que no son gente sedentaria, sino que están siempre trabajando, que se trasladan andando. Cuando llegué a Galicia veía en las aldeas mujeres de 90 años andando con bolsas, cargando de la compra. Es increíble, maravilloso. También el aire limpio, estar en contacto con la naturaleza, no vivir estresados, la pausa para comer, estar en familia. Hay muchos factores que hacen que en Galicia tengamos esta longevidad.
¿Hay mucha diferencia entre los hábitos alimentarios de Galicia y Uruguay?
Hay varios factores que influyen. Uno, por ejemplo, es el tiempo que le dedicamos a la comida, en Uruguay yo comía en 21 minutos, era el tiempo que tenía en el trabajo para comer. Sin embargo, aquí me tomo desde las dos hasta las cuatro para comer. Vengo a casa, preparo la comida, luego lavo la cocina… Con mucha calma. Hay alimentos parecidos y alimentos que no. Por ejemplo, en Uruguay hacen cenas más copiosas y aquí la gente con poco ya cena. Una tortillita francesa, un yogur y unas frutas... Eso es lo que suelo escuchar en consulta. Y también hay consumo de pescados, es mucho más elevado en comparación con Uruguay que comen más carne de vaca. Sin lugar a dudas eso también influye por los ácidos grasos buenos, que tiene el pescado, y sus propiedades. En resumen, aquí tenemos mejor alimentación. Después hay otras cosas que habría que mejorar un poco. Por ejemplo, comemos muchos embutidos y eso hace que la población en general tenga tensión y colesterol alto y al final terminamos tirando de medicación.
¿Cuáles son las principales demandas o problemas que llegan a consulta?
La principal es la apariencia física, pero querer dar lo mejor y sentirnos mejor no siempre viene atado a bajar o a subir de peso, sino que a veces es trabajar con la persona. La percepción de uno mismo y lo que realmente queremos buscar, ese objetivo a veces lo tenemos más cerca de lo que pensamos. Muchas veces vienen a la consulta chicas que van al gimnasio y me dicen que quieren ganar más masa muscular. ¿Realmente necesitas ganar más masa muscular? ¿Qué te lleva a esto? Muchas veces son las redes sociales, yo intento buscar objetivos alcanzables y no exigirle a la persona llegar a objetivos muy estrictos, que van a desarrollar posiblemente un trastorno de la alimentación y que no van a fomentar una alimentación saludable. Mi objetivo es siempre que la alimentación sea saludable y que se compagine con la vida real y no que sean objetivos inalcanzables porque una red social nos lo imponga porque luego eso desarrolla otro montón de problemas. Después también están las personas que buscan bajar de peso porque se sienten más a gusto o porque se lo manda el médico o para someterse a una operación.
¿Y cuál es el hábito más difícil de cambiar?
Me parece que sobre todo el de salir y picotear con la caña patatitas y luego otra caña y otras patatitas. El tema de la caña también está muy instaurado. Yo me sorprendí porque a veces uno en la consulta empieza a investigar qué comemos y de repente les pregunto, ¿y qué bebes? Bueno, agua, luego a media mañana el vermú y luego a las siete la caña y yo digo, “vale, ahí está el problema, ahora lo entiendo porque comer no coméis mal.” El problema es ese, que a veces abusamos un poco del alcohol, no sabemos que tiene calorías y que son calorías vacías y que no nos aporta ningún nutriente y que, se contraponen con varios nutrientes y hacen que no nos hidratemos, por ejemplo, o que algunos nutrientes no se absorben como deberían, tiramos mucho de nuestro hígado. Pero creo que sí, que el alcohol y los picoteos en eventos sociales son los más difíciles de cambiar.
