¿A qué sonaba Auschwitz?

Setenta años después la Filarmónica de Berlín, la que en tiempos fuera la “Orquesta del Reich” al servicio estético y esnobismo cultural de las élites del régimen nazi, participa en los honores de quienes entonces fueran sus víctimas

Setenta años después la Filarmónica de Berlín, la que en tiempos fuera la “Orquesta del Reich” al servicio estético y esnobismo cultural de las élites del régimen nazi, participa en los honores de quienes entonces fueran sus víctimas. 70 años después, el primer violinista es un judío, Guy Braunstein, quien participa en el homenaje con un violín, uno de los 16 traídos exprofeso de Israel, del taller de Amnon Weistein, pertenecientes a músicos que vivieron en primera persona el holocausto. La sed musical de los escuadrones de las SS la saciaron músicos checos, rusos, polacos y judíos, que en la mayoría de los casos, aunque fueron una suerte de privilegiados en el entorno del campo de concentración, no sobrevivieron a la guerra.

“Son pocas melodías, una docena, las mismas cada día, cada mañana y cada tarde: marchas y canciones populares, que les gustaba a todos los alemanes, se encuentran grabadas en nuestras mentes y será lo último en el campo que vamos a olvidar”, relata el reconocible Primo Levi en su trilogía sobre el Holocausto. Los campos de concentración que en teoría eran de trabajo hasta que los volvieron de exterminio contaron con músicos amateur y profesionales, la primera banda de Auschwitz se creó en 1940, con Franz Nierychlo de director, el grupo que crecería rápido -ensayaba en la barraca 24-, dividiéndose en dos, una orquesta sinfónica de 80 artistas y una banda de música de 120 presos. Hasta seis orquestas de músicos se formaron siguiendo el ejemplo de Auschwitz, la más reconocida, la de Birkenau, la Mädchenorchester von Auschwitz, formada por mujeres. con Fania Fènelon, Anita Lasker-Wallfish, Esther Bejarano y Alma Rosé, sobrina de Mahler y directora. La orquesta surgió gracias al interés de María Mandel “la bestia de Auschwitz”, a sus actuaciones para las SS acudía el doctor Mengele, quien además de sanguinario asesino era melómano. Todas estas historias son reconocidas gracias a las memorias de Fènelon en “Playing for time”, quien relata miserias de los músicos y de Alma Rosé en el empeño de sobrevivir. Alma Rosé moriría en la cama bajo los cuidados del doctor Mengele y honrada después por los nazis.

La música en Auschwitz era un espectáculo grosero, una boutade emocional en medio de la muerte, hoy es memoria,.

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