La explosión en un taller ilegal de petardos desvela la explotación infantil en China

Una explosión en un taller ilegal de fuegos de artificio desveló que la mayoría de las víctimas, dos de ellas mortales, eran menores de edad que no viven con sus padres, informaron las autoridades locales de la región autónoma de Guangxi Zhuang, en el sur de China.
En concreto, 13 víctimas -dos muertos y 11 lesionados- fueron identificados como niños cuyos padres se han ido a trabajar a otras provincias más prósperas y quedan al cuidado de sus abuelos u otros familiares, agregaron estas fuentes en declaraciones recogidas hoy por la agencia de noticias Xinhua.

El accidente tuvo lugar en la mañana del jueves en un taller privado y sin licencia en la aldea de Yanghui, de la jurisdicción de Hezhou, y provocó la muerte en el acto de un niño de 8 años y de una niña de 9 tras ser trasladada al hospital, según datos del Buró de Seguridad Laboral local.

El resto de las víctimas, entre ellas un hombre de 61 años, sufrieron graves quemaduras y nueve de ellas se encuentran en peligro de muerte.

Las once niñas y dos niños empleados en el taller, de entre 7 y 15 años de edad, eran alumnos de la escuela primaria local.

Guangxi Zhuang es una de las regiones más pobres de China, motivo por el que el 70 por ciento de los adultos de la aldea de Hezhou han emigrado a trabajar a otras provincias más prósperas, como la vecina Cantón, y dejan a sus hijos al cuidado de familiares, generalmente los abuelos.

Esta práctica es habitual en el país asiático, cuyo crecimiento económico se ha basado en las últimas décadas en la emigración de más de 150 millones de campesinos de las áreas más pobres (oeste y centro de China) hacia las bases manufactureras de la costa oriental, por lo que millones de niños crecen con sus abuelos.

Dos propietarios del taller, Yang Wanwen y Xie Qingsui, fueron puestos bajo custodia policial acusados de emplear a menores y de producir productos peligrosos sin la correspondiente licencia.

A pesar de que la ley china prohíbe trabajar a los menores de 16 años, es frecuente la violación reiterada de esta ley.

En 2007 un caso conmocionó a la opinión pública china, el del secuestro y venta de cientos de personas procedentes de regiones pobres, entre ellas muchos niños y deficientes mentales, que trabajaban como esclavos en los hornos de ladrillo de Shanxi.

A pesar de este escándalo, el año pasado la prensa china desveló que miles de menores de familias pobres de Sichuan, en el suroeste chino, eran engañados por una red de tráfico infantil para trabajar en factorías de provincias sureñas, como Cantón y Fujian, en régimen casi de esclavitud.

Los niños trabajaban 300 horas mensuales por unos 50 centavos de dólar a la hora bajo amenaza de muerte.

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