El concejal resta hierro al hecho de ser apuntado con una pistola y no cree que lo quisiese secuestrar

El acusado de encañonar al teniente de alcalde de Maside alega que sólo quería hablar con él

El acusado, a la derecha, antes de entrar al juicio. (Foto: Martiño Pinal)
El 18 de septiembre de 2008, a la una y media de la madrugada, Herminio Domínguez llamó a la puerta del teniente de alcalde de Maside, Wenceslao Botana. Cuando éste bajó, aquel lo apuntó con un arma y le pidió entrar en el coche. El concejal consiguió zafarse y posteriormente desarmar a su vecino. El Ministerio Fiscal pide para él tres años y medio de prisión por los delitos de amenazas, detención ilegal en grado de tentativa y tenencia ilícita de armas. La defensa del acusado reconoce el primero y el tercero.
Herminio Domínguez tenía una relación con el teniente de alcalde de Maside, Wenceslao Botana, buena, de toda la vida, pero el 18 de septiembre de 2008 lo encañonó con una pistola del calibre 6,35 milímetros. Había una bala solitaria en el cargador. Él no lo recuerda. ‘Sólo tengo imágenes borrosas’ de aquel día, afirmó en el juicio, porque había combinado la ingesta de pastillas -estaba a tratamiento- con la toma de vino, chupitos de whisky y cerveza.

Las lagunas que cubrían sus recuerdos fueron despejadas por Botana. ‘Llamó al timbre de mi puerta a la una y media de la mañana, bajé, dijo que quería hablar conmigo y me apuntó con una pistola’. Le pidió que montara en su coche, pero el concejal alegó que no llevaba consigo las llaves. Herminio ‘estaba ido, farfullaba y tenía espuma en la boca’. Al principio tuvo miedo, sostuvo en la vista oral, pero posteriormente, Wenceslao incluso le quitó hierro al suceso. ‘No creo que quisiese secuestrarme, sino hablar dentro del coche’, afirmó, aún a sabiendas de que el Ministerio Fiscal acusaba a su vecino de detención ilegal en grado de tentativa.

La víctima no parecía guardar rencor hacia la persona que lo encañonó, de modo que hasta la pistola con la que lo apuntó aquel día le pareció ayer ‘de pequeño calibre’. Pero ni rencor, ni temor, porque tras apro vechar un momento de despiste para huir, hallándose a 25 metros del hombre armado, ‘lo provoqué para que me disparara, y no lo hizo’. Así que se acercó y lo desarmó. Ante los testimonios prestados, que confirmaban el estado de embriaguez aguda, el fiscal accedió a que se tomase en consideración esa atenuante en los delitos de amenazas (pena de un año de prisión) y detención ilegal en grado de tentativa (un año). No así para el de tenencia ilícita (un año y medio) pues ostentaba el arma desde hacía dos meses antes.

’Me siento avergonzado por mi conducta’

Herminio Domínguez aseguró que hacía un año que no probaba el alcohol. Ese día, un amigo que lo acompañó, relató que en la comida bebió parte de una jarra de vino ‘de dos o tres litros’, y posteriormente ‘siete u ocho chupitos de whisky y cervezas’. La dueña del bar habló de ‘una buena borrachera’. Los testigos que lo vieron con la pistola, también. El médico forense confirmó que el acusado ‘padece un trastorno obsesivo-compulsivo’ que pudo llevarlo a la modificación de su conducta. Mucho más todavía, si hay un consumo importante de alcohol. La defensa solicitó la libre absolución por el delito de detención ilegal, pues en ‘ningún momento intentó privarlo de su libertad, simplemente quería hablar con él’. Para los otros dos delitos, reclamó que se tenga en cuenta la atenuante por la intoxicación etílica. El acusado, en el último momento, pidió perdón al teniente de alcalde y su familia, a la suya propia, y se declaró ‘avergonzado’ por su conducta.



Te puede interesar