HÍPICA

Barbadás se pone al galope

photo_camera Los jinetes, a punto de lanzarse por la pista para realizar el recorrido de 22 kilómetros.

Aunque la intensa lluvia que acompañó la mañana de ayer echó a más de uno atrás en su intención de participar en la duodécima Xuntanza de Cabaleiros de Barbadás, superaron el centenar los jinetes allí reunidos.

La incesante lluvia que marcó la jornada dominical de ayer no impidió que los amantes del caballo se dieran cita en torno al campo de fútbol de A Veringuela para tomar parte en la duodécima Xuntanza de Cabaleiros de Barbadás. Jorge Castro Otero, organizador del encuentro -que este año ha contado con el apoyo del Concello de Barbadás-, recuerda que este evento "lo iniciamos 12 o 14 ‘cabaleiros’ del municipio que nos reunimos para dar un paseo por la zona del monte do Castro". Con el paso del tiempo, fue variando la ubicación y también el número de participantes, así como la procedencia de estos.

"Tomamos como ejemplo lo que hacían en Cartelle o Maside, y pasamos a cerca de 30 participantes el segundo año, hasta que llegamos a los 90, cuando lo celebramos en el campo de Sobrado do Bispo. Aquel año incorporamos una comida a base de cocido y aquello fue un éxito, y desde entonces no hemos parado de crecer en número de asistentes", señala Jorge Castro.

Ayer se daban cita algo más de 100 jinetes con sus respectivas monturas. "Menos de los que esperábamos por culpa de la lluvia", reconoce Castro Otero. Una lluvia que obligó, incluso, a retrasar la salida casi una hora, debido a la intensidad que cobró en torno a las 10,30 horas, momento en que estaba previsto emprender la marcha.

El recorrido, de algo más de 20 kilómetros, incorporaba un servicio de avituallamiento en el kilómetro 12 para que tanto jinete como montura recobraran fuerzas. Falta hacía, puesto que la primera parte del paseo lo afrontaron la mayor parte de los participantes -no todos salieron a la misma hora- con intervalos de fuertes chaparrones, aunque la cosa mejoró en el último tramo, en el que incluso se pudo disfrutar del sol. Eso sí, llegados a ese punto, la mayoría de los jinetes lucían importantes manchas de barro en botas y pantalones.

En todo caso, había coincidencia entre los participantes en que había merecido la pena. Iago Atanes, de 20 años, acudió a este encuentro "con un grupo de 15 amigos de La Zamorana y Taboadela". Otros llegaban a esta reunión en solitario para reencontrarse con aficionados, disfrutar de un paseo en plena naturaleza y, para rematar, de una comida de confraternidad -en la que, por cierto, se dobló el número de participantes con respecto a los que habían realizado el recorrido por el municipio de Barbadás-.

Y es que hubo gente como Amador Vázquez, de 47 años y natural de Sobrado do Bispo, que no se atrevió a sacar el caballo, porque "tal y como estaba el día, con lo que llovía a la mañana y como además yo tenía un poco de catarro, decidí no salir".

Eso sí, no se perdonó el acudir a ver la salida y llegada de los caballos y la comida, que estuvo amenizada por una orquesta. Y no dudó en señalar que "el año que viene, estaremos aquí". Como seguro que estarán el resto de los que ayer disfrutaron de caballo, naturaleza y manjares de la tierra en una fiesta en la que el equino fue el rey.

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