Francisco Pascual se dedicó al cuidado de los jóvenes de Benposta procurando su escolarización en las giras del circo. Ahora sigue atendiendo a los niños en el mayor poblado chabolista de Europa, la Cañada Real Galiana.

De Benposta a El Gallinero

Francisco Pascual, en el interior de la humilde iglesia de la Cañada. (Foto: BAFYPRESS)
El infierno debe ser algo parecido a la Cañada Real Galiana, el poblado chabolista más grande de Europa, con más de 5.000 personas, un lugar donde la basura se cuenta por millones de kilos, donde en cada rincón se puede comprar droga y donde la marginalidad, la pobreza y el abandono se muestran con descarnada crudeza.
Si la suciedad y la miseria hacen difícil entender que alguien pueda vivir ahí, la droga se ha convertido en una lotería que castiga a muchos de sus habitantes. Por las calles deambulan jóvenes sin alma, amarrados a un cuerpo que sólo busca una dosis para poder llegar al día siguiente. Muchos se han convertido en recaderos de los que manejan la droga, en los camellos que traen y llevan a quienes quieren comprar. Esclavos que no piden nada más que una dosis para no tener que enfrentarse al síndrome de abstinencia.

Pero tampoco se puede decir que sea un lugar dejado de la mano de Dios porque allí, desde hace años, se erige la parroquia de Santo Domingo de la Calzada, una iglesia tan modesta que parece que se va a caer en cualquier momento. Uno de sus primeros párrocos fue Angel Arrabal, un cura que se había forjado junto a Jesús Silva en Benposta, y que después de unos años en Ourense trasladó su trabajo orientado hacia los jóvenes a Madrid. Estuvo durante algún tiempo a su frente, pero tuvo que dejarlo porque su propia Iglesia veía con reticencia un trabajo que no entendía.

Quien se mantiene hoy al frente es otro de los colaboradores del padre Silva, Francisco Pascual (Santander, 1946), psicólogo y exseminarista, que ha dedicado gran parte de su vida a ayudar a la juventud más necesitada: durante años en el Circo de los Muchachos, y ahora con los niños gitanos que malviven en este lugar.

La Cañada Real Galiana tiene 14 kilómetros de largo se encuentra situada a 12 kilómetros de la Puerta del Sol y está ubicada al lado del vertedero de Madrid. En su interior las familias se han ido asentando por clanes: hay gitanos españoles en casas de ladrillo, familias de la Europa del Este en poblados separados, población de origen árabe, traficantes que viven en auténticos bunkers y, en lo más bajo de la pirámide, gitanos de origen rumano, una casta que ya sufre marginación en su país de origen, Rumanía, donde también viven apartados del resto de la sociedad en chabolas marginales.

Estos gitanos se han asentado en una zona diferente conocida como El Gallinero y es con ellos con quien está trabajando Paco Pascual desde hace años. Cada vez que aparece Francisco es recibido como si fuera el rey Melchor. Los niños se arremolinan a su alrededor pidiéndole caramelos, comida o calzado. Algunos de ellos enseñan sus pies desnudos, otros piden ropa para sus hermanos pequeñas. Todos necesitan de todo.

Las mujeres -madres de apenas catorce años y ya con dos hijos para criar- piden ropa para sus bebés, carros, cunas ... todo hace falta y en cantidades enormes. Francisco gestiona los casos más urgentes allí mismo: recoge cartillas, recetas para la farmacia, y programa viajes con los niños a los centros de salud para que sean tratados de todo tipo de enfermedades. Hay varios que han pedido la visión en algún ojo porque las piedras son los únicos juguetes que tienen a su alcance. Muchos tienen profundas quemaduras en brazos y piernas porque utilizan las vitrocerámicas para calentarse en invierno y los accidentes son frecuentes.


'PAGAMOS SI VIENEN A CLASE'

Uno de los objetivos es conseguir que acudan regularmente a la escuela. Es una tarea titánica porque los padres no comprenden la importancia de la educación. Desde hace tiempo tienen una escuela en el interior de un viejo contenedor, pero a menudo es necesario pagar a las madres cinco euros para que dejan acudir a los hijos en lugar de llevarlos a pedir por las calles. Aquí ha visto de todo, pero sobre todo niños con ganas de llevar una vida normal. Hablar del 'ratoncito Pérez' en un vertedero lleno de ratas es una ironía, pero Francisco Pascual ha visto cómo algunos se han arrancado un diente porque así saben que ese día tendrán un simple caramelo.

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