Crónica

"El botellón nos obligó a mudarnos"

La imparable actividad de aquellos que beben en la calle es la razón por la que Nadia y su pareja han decidido mudarse, incluso antes de finalizar su contrato. Solo dormían 2 días de cada 7.

Nadia y su pareja residían en la plaza de As Mercedes, sin embargo, la vuelta del botellón les obligó a cambiar de vida sin previo aviso. El problema para ambos era claro: solo podían dormir cinco de cada siete días a la semana. El resto pasaban noches toledanas y se veían obligados a cambiar de habitación.

 “Nosotros nos mudamos hace nueve meses y mientras duró el estado de alarma estuvimos genial. En cuanto finalizó empezó a venir aquí todo el mundo y no sólo los sábados, también los jueves, los miércoles y los martes. Al final solo podíamos dormir los domingos y los lunes”, lamenta Nadia. 

La situación se volvió tan insostenible que, cada día, “me iba a otra habitación que da hacia atrás. Me levantaba a las dos de la mañana y me cambiaba de cama”, explica. “La Policía venía pero en cuanto se iba, todo se generaba de nuevo. Vienen hasta cuatro veces, a veces desalojan pero siempre se regenera constantemente”, indica.  En su caso, la única vez que llamó no cogieron el teléfono.

Nadia señala que no le molesta la presencia de gente sino su actividad en este caso: “No me importaría tener gente debajo hablando en un tono normal, pero la gente se pone a gritar y vienen con altavoces y con música. Eso ya no es aguantable”. Además, otro problema es la degradación del mobiliario urbano. Cada mañana en el portal aparecían pintadas y los servicios de limpieza tenían que actuar constantemente debido a la acumulación de basura en la plaza. Un ciclo que se repetía constantemente a la par que se celebraba el botellón. 

Así, sin más dilación, y con previsión de que los peores meses empiecen ahora, la pareja rompió su contrato de un año para mudarse a O Couto: “Nos vamos lejos del centro para estar en silencio”, indica.

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