EN CLAVE

Los cristales rotos bajo las botas

Ourense. 17-05-16. Local. Recital de poemas de Manuel María no Paseo polo día das letras galegas.
Foto. Xesús Fariñas
photo_camera Rosalía, vixiante, cómplice, testemuña

Ni la quietud del hospital se ha librado de las justas entre clanes. A tiro limpio ventilan sus diferencias algunas familias en una provincia ya envejecida para convivir con estos sustos. Vieja pero feliz.

Lunes, 16. Es como caminar sobre cristales rotos

Escribió Arturo Pérez Reverte en el año 1994 una novela sobre el oficio del periodismo, Territorio Comanche, mascada durante un par de décadas como reportero de guerra viviendo empozado en las miserias humanas. El cruel conflicto de los Balcanes de la década de los noventa fue una de esas miserias, su musa para la obra. Muy al principio del texto cuenta que "el suelo de las guerras está siempre cubierto de cristales rotos. Territorio Comanche es allí donde los oyes crujir bajo tus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando". Los cristales rotos crepitaron en el Complexo Hospitalario el domingo por la noche bajo los zapatos de incrédulos espontáneos después de que hubiese un tiroteo. El periódico dio una avanzadilla en la edición del lunes, con sucesivas réplicas a lo largo de la semana.

Aquello fue como revisitar la historia de Capuletos y Montescos pero en versión caló. Varios integrantes de la etnia gitana ventilaron sus diferencias a tiro limpio en un ejercicio de justicia que encuentra poca defensa. Más allá de los daños que se infligieron los protagonistas (por fortuna, pocos) queda la evidencia de que muy poco (o nada) hacen estos comportamientos para encontrar comprensión entre el resto de la sociedad, menos aún conseguir integración. Dice Reverte que "para un reportero en una guerra, territorio comanche es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des media vuelta; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos". Los protagonistas de historias como las vividas esta semana en Ourense debieran pensar que esta no es zona de guerra, ni siquiera la suya, y que aquí nadie merece caminar pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras caminas sobre cristales rotos. Este no es territorio comanche.  

Martes, 17. Diferencias muy claras y muy obvias

José Alberto Ramos mira a la cámara por debajo del paralelo de sus ojos y la impresión del periódico le juega una mala pasada porque parece que tiene más ojeras de las que en realidad posee. Como para no tenerlas. Es el vigilante jurado que con su actuación evitó que el festín de tiros del CHUO fuese a más. Dice, entre otras cosas, que "pudo ser una masacre". José Alberto actuó llevado por el impulso que te sitúa entre la temeridad y la heroicidad, esa línea tan fina.

Confesó tener problemas para conciliar el sueño después del suceso. Una página después, el dubdelegado del Gobierno decía que hubo una buena colaboración policial en la intervención del suceso. Seguro que la hubo, faltaría más. Noticia sería lo contrario. Este tipo de situaciones siempre retratan a las personas de acción y evidencian los lugares comunes pronunciados con corbata y cuello duro.  

Miércoles, 18. Aprender a convivir o a soportarnos

Cuando todos girábamos la cabeza al ver pasar un gitano culpándolo indirectamente de todo lo malo ocurrido días antes, resulta que un supuestamente aseadito coruñés de 34 años andaba de justiciero flamígero hasta que la poli le dijo basta y le imputa haber quemado ocho contenedores en la ciudad. Otra vez fue vital "la actuación coordinada" de las policías. Vaya.

Supongo que si en algún comunicado no se hace referencia expresa a este latiguillo es que los agentes andan a tirarse de los pelos. Pero, a lo que íbamos: la espectacularidad de los sucesos del CHUO y lo definido de sus protagonistas nos hacen desviar la atención sobre algo tan evidente de que al límite de la ley no se acercan unos más que otros. Decía Martin Luther King que "hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos". Sino como hermanos, debiéramos al menos tolerarnos como cuñados.

Jueves, 18. Variaciones sobre la longevidad

El 21 de abril moría Prince a los 58 años dejando tras de sí lágrimas de lluvia púrpura. El edulcorado cantante pop dijo en vida que la clave de la longevidad es aprender todos los aspectos de la música que se puede. No se aplicó el cuento. La semana pasada Camila Rey, en un arranque de coquetería, dijo: "Me veo y digo que  todavía queda Camila para rato". Esta ourensana acababa de soplar 100 velas y su testimonio acompañaba una información el lunes sobre el aumento de personas centenarias en la provincia. El periódico volvía a la cuestión demográfica el jueves diciendo que en el 2024 la tercera parte de los ourensanos tendrá más de 65 años y que es imprescindible el relevo generacional. No sé si será país para viejos, como la película, pero sí será provincia para viejos. En el film en el que aparece Javier Bardem y Tommy Lee Jones hay un pasaje  en el que se oye: “- Si no vuelvo, dile a mi madre que la quiero. - Tu madre está muerta, Llewelyn. - Entonces se lo diré yo.” La longevidad parece un lastre en las informaciones referidas a la provincia. Antes vivir mucho tiempo era una felicidad. Ahora parece una maldición.

Viernes, 20. Larga vida a los planes industriales

Citroen sigue encargando modelos a Vigo, que es la fachada marítima e industrial de Ourense. El corazón industrial de Galicia recupera latido y con ello, óxigeno para Ourense, con 2.000 trabajadores en las auxiliares de la automoción que respiran más acompasadamente. Y respirarán por muchos años gracias a los planes de PSA. Larga vida.

Sábado 21. El hábito que se luce y lo que se anuncia

Llegó Feijoo a Leiro y anunció una agencia para aunar toda la investigación agroalimentaria. No es mala noticia, incluso creíble pese a que la hizo con un elegante traje y corbata después de caminar entre los viñedos. Solo faltaron las gafas de sol de las de "fai un sol de carallo".

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