Muchos de ellos reconocen que permanecen en los recintos de estudio hasta ocho horas al día

Los estudiantes abarrotan las bibliotecas ante el fin de curso

Aspecto de la biblioteca central del Campus de Ourense. (Foto: MARTIÑO PINAL)
Algunos estudiantes encuentran la soledad perfecta rodeados por decenas de personas. Ese silencio multitudinario, quebrado por hojas que pasan de un montón a otro, cambios de postura, bolígrafos que caen, sillas que se echan hacia atrás, de la biblioteca central del Campus de Ourense, está siendo para los alumnos el punto desde el que preparar el asalto a las pruebas finales, antes de enfilar las vacaciones. Aquellos que se las permitan.
Hay algo de fantasma en todos ellos. 'Paso aquí ocho horas al día', dice Iván, que a las nueve de la mañana ya ha calentando la silla. Porque estos días las sillas son bienes preciados. Se rifan. A las diez, el que no haya conseguido un hueco en una mesa, tendrá que buscarse otra biblioteca. ¿Estrés ante los exámenes? 'No es para tanto', señala, aunque por el modo dubitativo en lo pronuncia hace pensar que, tal vez, sea para algo. 'Cuatro horas por la mañana, y cuatro por la tarde',dice concretando su horario. 'Me concentro mejor en las primeras horas', añade, mientras sugiere que es el momento de salir a fumar un cigarro. Fuma 'uno por hora, y así tener una excusa para meter un descanso cada poco'.

El verbo más importante es rumiar. El estudio se gesta rumiando. Se trata de conseguir que los temas fermenten ahí dentro hasta el día del examen. En ese momento, se vuelcan. Ayer, para algunos de los jóvenes que ocupaban la biblioteca central, era la víspera de un día en el que se examina su futuro. Porque hoy comienza la selectividad. Es el caso de Inés. Aprovecha hasta el último minuto. '¿Quién te dice que justo el tema que estoy repasando ahora -son las once y cuarto de la mañana- no va a caer mañana? Mejor tenerlo fresco'. Uno nunca sabe qué trozo de madera es el que le va a salvar del naufragio. Inés acude a los exámenes con una nota media de notable alto que le ofrece cierta tranquilidad. 'El jueves me presentaré también a los exámenes para mejorar la nota. Quiero hacer Medicina y cuanta mejor nota, más posibilidades de entrar'.

Eva tiene cuatro hermanos. Dos ya han superado la universidad. Ella pretende ingresar en ese engranaje. Tiene la cabeza puesta en Madrid. Su interés es tanto 'estudiar Periodismo' como hacerlo 'lejos de casa'. La madurez empieza por el alejamiento.

Fuera de la biblioteca, paseando por el perímetro, anda Mayte. 'Estoy con Historia'. Ha querido aprovechar que hace sol para estudiar un rato al aire libre. 'Elijo un tema, trato de visualizar una especie de guión, y desarrollar mentalmente uno de esos epígrafes. Luego salto a otro tema'. Todo, paseo arriba, paseo abajo. Quizá por eso quiere dar el salto a Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en el Campus de Pontevedra. Entretanto, las facultades son barrios fantasmas, y los pasillos, las estancias de paso, las aulas, dejan escuchar el sonido de los estudiantes rumiando.

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