Cuando poco antes de la una del mediodía finalizó la declaración de Javier Cruz González (35 años), juzgado en la Audiencia de Ourense por el homicidio de Laura Alonso Pérez (19), su letrado, José Manuel Orbán, deshizo el nudo de la corbata. Un gesto que denotaba liberación.
El testimonio del inculpado no le había defraudado. Cruz González ofreció su versión de los hechos con coherencia, en relación a lo manifestado en la fase de instrucción: la mató sin querer tras mantener relaciones sexuales en su coche, estacionado junto a la nave del Concello de Toén en la madrugada del 24 de agosto de 2009; salvó el tipo en las preguntas más complicadas y hasta hubo momentos de zozobra en los que su voz se hizo húmeda. A los 10 minutos de comenzar su intervención ante el jurado popular, tuvo que declarar sentado al sentirse indispuesto. Por momentos, también exhibió altivez a la hora de recordarle al letrado de la acusación particular que ya había respondido a lo que le estaba preguntando. El gesto insólito llegó cuando Cruz González -alias 'Pillo'- rechazó la atenuante por drogadicción.
El encausado aún a día de hoy no sabe el porqué no avisó a un médico cuando comprobó que la joven no tenía pulso -'posiblemente por miedo', especuló-; tampoco por qué ocultó el cadáver en una zona boscosa o por qué borró los mensajes de móvil comprometidos o no confesó en un primer momento (lo hizo un día después de que la Guardia Civil encontrara el cuerpo sin vida, cinco después de la desaparición). Dio paso a la autocrítica al tildar de 'estúpidos' algunos de los movimientos que ejecutó tras la muerte de la joven (cambiar el coche de ella de lugar). Porque -así lo enfatizó en varias ocasiones- 'no quería matarla'.
Ayer comenzó el juicio en el que un jurado popular (tres mujeres y siete hombres) deberá decidir si mató a Laura Alonso a propósito; la asesinó (homicidio agravado) o, tal como él sostiene, fue un accidente. Reconoció que le echó las manos al cuello -'unos dos o diez segundos'- porque la chica lo abofeteó dos veces y le escupió en la cara tras discutir después de mantener relaciones sexuales dentro del Audi A3 de Javier Cruz-, pero dejó claro que no empleó la chaqueta de punto que la joven tenía anudada al cuello cuando fue hallado su cadáver. 'Si la estrangulé fue con las manos, no con la chaqueta', afirmó a preguntas de la fiscal. Un dato en el que las acusaciones no están de acuerdo al considerar que ella perdió al vida porque el inculpado 'presionó fuertemente el cuello de ésta con una chaqueta de punto propiedad de la misma hasta conseguir su muerte'.
El inculpado comenzó su declaración matizando el noviazgo con la víctima. Habían salido tiempo atrás, una relación sentimental 'difícil', según sus palabras, 'que no fue secreta pero tampoco pública' y que retomaron después con encuentros esporádicos en los que sólo mantenían relaciones sexuales (dijo que en ese mes de agosto ya se habían visto tres o cuatro veces).
Explicó a la fiscal que en la madrugada de los hechos Laura lo abofeteó tras recriminarle que había pasado el fin de semana en Portonovo con su actual novia: 'Me recordó que ella también tenía novio y que a ella yo nunca la había llevado al a playa'. Acto seguido -dijo- 'cogió el teléfono para llamar a su novio, me llamó cabrón, hijo puta, me dio un bofetada (...) y no sé por qué le eché las manos al cuello, pero muy poco tiempo'. Incluso, cuando Laura se desvaneció, pensó 'que estaba haciendo el tonto'.
Pero lo sorprendente llegó cuando Cruz González rechazó una de las atenuantes invocadas por su letrado para aminorar su responsabilidad criminal -el consumo habitual de cocaína desde hacía ocho o nueve años y alcohol -: 'Hacía un mes que no consumía drogas y no merezco esa atenuante', aseveró.
El encausado aún a día de hoy no sabe el porqué no avisó a un médico cuando comprobó que la joven no tenía pulso -'posiblemente por miedo', especuló-; tampoco por qué ocultó el cadáver en una zona boscosa o por qué borró los mensajes de móvil comprometidos o no confesó en un primer momento (lo hizo un día después de que la Guardia Civil encontrara el cuerpo sin vida, cinco después de la desaparición). Dio paso a la autocrítica al tildar de 'estúpidos' algunos de los movimientos que ejecutó tras la muerte de la joven (cambiar el coche de ella de lugar). Porque -así lo enfatizó en varias ocasiones- 'no quería matarla'.
Ayer comenzó el juicio en el que un jurado popular (tres mujeres y siete hombres) deberá decidir si mató a Laura Alonso a propósito; la asesinó (homicidio agravado) o, tal como él sostiene, fue un accidente. Reconoció que le echó las manos al cuello -'unos dos o diez segundos'- porque la chica lo abofeteó dos veces y le escupió en la cara tras discutir después de mantener relaciones sexuales dentro del Audi A3 de Javier Cruz-, pero dejó claro que no empleó la chaqueta de punto que la joven tenía anudada al cuello cuando fue hallado su cadáver. 'Si la estrangulé fue con las manos, no con la chaqueta', afirmó a preguntas de la fiscal. Un dato en el que las acusaciones no están de acuerdo al considerar que ella perdió al vida porque el inculpado 'presionó fuertemente el cuello de ésta con una chaqueta de punto propiedad de la misma hasta conseguir su muerte'.
El inculpado comenzó su declaración matizando el noviazgo con la víctima. Habían salido tiempo atrás, una relación sentimental 'difícil', según sus palabras, 'que no fue secreta pero tampoco pública' y que retomaron después con encuentros esporádicos en los que sólo mantenían relaciones sexuales (dijo que en ese mes de agosto ya se habían visto tres o cuatro veces).
Explicó a la fiscal que en la madrugada de los hechos Laura lo abofeteó tras recriminarle que había pasado el fin de semana en Portonovo con su actual novia: 'Me recordó que ella también tenía novio y que a ella yo nunca la había llevado al a playa'. Acto seguido -dijo- 'cogió el teléfono para llamar a su novio, me llamó cabrón, hijo puta, me dio un bofetada (...) y no sé por qué le eché las manos al cuello, pero muy poco tiempo'. Incluso, cuando Laura se desvaneció, pensó 'que estaba haciendo el tonto'.
Pero lo sorprendente llegó cuando Cruz González rechazó una de las atenuantes invocadas por su letrado para aminorar su responsabilidad criminal -el consumo habitual de cocaína desde hacía ocho o nueve años y alcohol -: 'Hacía un mes que no consumía drogas y no merezco esa atenuante', aseveró.
