La madre de la joven brasileña asesinada el pasado mes llegó a Ourense para repatriar el cadáver

María Silva de Oliveira: 'Dios sabrá qué hacer con el hombre que mató a mi hija'

María Leindalva Silva de Oliveira, ayer en Ourense.  (Foto: Martiño Pinal)
Comenzó su desespero el 21 de febrero cuando desde España le comunicaban que la menor de sus hijas había desaparecido. Vientisiete días después (el jueves) inició su viaje desde Bacabal (Brasil) en busca del cadáver de la ‘meninha’ asesinada.
Cuando una persona sobrevive con 460 reales brasileños (149 euros) al mes y decide coger por primera vez en su vida un avión, es porque va en busca del sueño de una vida mejor. No es el caso de María Leindalva Silva de Oliveira (48 años), quien ayer llegó a Ourense tras un largísimo periplo que comenzó el pasado jueves cuando salió de Bacabal. Un pequeño pueblo muy verde y con un río infestado de peces que está a cuatro horas en autobús del aeropuerto de San Luis de Maranhao.

Visiblemente cansada, pero sobre todo rota por el dolor, sólo tiene un sueño, que le dejen repatriar a su país natal los restos de su hija (la ‘meninha Corrinha’) asesinada hace mes y medio.

María Leindalva viste de luto riguroso su cuerpo menudo. El único atisbo de color en su indumentaria es la pequeña imagen de la Madre Micaela que cuelga de una cadena. Apenas puede hablar porque sólo con mencionar el nombre de la hija muerta, María do Socorro Silva de Oliveira (26 años), rompe a llorar. Ha vivido con una zozobra permanente desde que el 21 de febrero la compañera de piso de su hija en Ourense le comunicó que había desaparecido. Esa misma persona, sólo cuatro días después, añadió algo más: ‘Llamó diciendo que tenía noticias de Socorro pero que no eran buenas, que la Policía estaba con Ramón y que había confesado que la había matado y que la había echado al río’. Pese a que le dijo que había reconocido el cuerpo, la madre no las tenía todas consigo. Albergó hasta el último momento la esperanza de una equivocación. Sólo salió de la duda cuando el 1 de marzo, el día en que la hija de Socorro cumplía ocho años, no hubo llamada de felicitación.

Escuchó de su hija el saludo de ‘minha linda’ -tal como Socorro llamaba a su madre- el 9 de febrero por última vez y ya supo que algo no iba bien. Entonces sabía que aquel hombre -Juan- que la había prometido trabajo y amor en España no sólo le pegó sino que le arrebató la documentación.

Ahora, gracias a la colaboración generosa con mayúsculas de los inmigrantes afincados en Ourense, está en la ciudad desde las 11 de la mañana de ayer. Sus palabras, enjugadas en lágrimas constantes, sólo gravitan en dos ideas: las muchas cualidades de su hija -’inteligente, estudiosa, trabajadora, linda, generosa, meiga (dulce)...’- y agradecimientos a esas dos mujeres que han comandado con desvelo y empeño que su estancia en la ciudad sea posible.

El rencor hacia el hombre que mató a la menor de sus ocho hijos (dos adoptados) tan siquiera asoma salvo que se le pregunte. ‘Dios sabrá qué hacer con él’, señala.

Pero también quiere que su experiencia como madre y la de su hija no sean en vano. ‘Quiero que la gente sepa que hay engaños para venir a España, que las chicas no se fíen’. María do Socorro Silva llegó a España el 31 de diciembre del pasado año. Trabajó en una empresa como administrativa en Minaçu-Go, pero en noviembre de 2008 finalizó su contrato. En ese momento, un hombre al que conoció por internet la tentó para venir a España. Su familia supo después que había aprobado el curso de acceso para la Universidad en Parangatu. ‘Era estudiosa y muy trabajadora’, dice su madre.

Un grupo de inmigrantes, naturales de varios países latinoamericanos y africanos, se organizó hace unas semanas para repatriar a Brasil los restos de la joven María do Socorro Silva. Las impulsoras, que huyen del protagonismo, fueron Lidia B.R., natural de la República Dominicana, y la brasileña Sandra C.L. Tan siquiera se conocían. Sus caminos se cruzaron en un locutorio del barrio de O Couto cuando una buscaba ayuda para abrir una cuenta en la que recoger aportaciones para la repatriación y la otra reunía firmas para demandar a las autoridades públicas que ayudasen al traslado. También encontraron la complicidad de la Asociación de Senegaleses de Ourense.

‘Estábamos indignadas de que un cuerpo fuera tratado así y no queríamos por nada que quedase abandonado’, asegura Sandra.

Los ourensanos, según dicen, respondieron. Las instituciones también, no en vano la Vicepresidencia de la Xunta se hizo cargo de todos los gastos del viaje de la madre de la joven asesinada. Una organización, que prefiere el anonimato, hizo todo lo posible para arreglar la documentación de María Silva y le dio hospedaje en San Luis de Maranhao.

Jueza

El juzgado de Ribadavia decidirá en los próximos días qué hacer con el cuerpo de la joven María Socorro Silva de Oliveira, encontrado sin vida en el río Avia tras ser arrojado por su asesino confeso y que reclama en persona su madre, María Lindalva, recién llegada de Brasil.

Fuentes judiciales indicaron a Efe que la jueza de Ribadavia podría consultar al fiscal y a los abogados para saber si pedirán nuevas pruebas relacionadas con el cadáver de la joven, de 26 años, y luego decidir si permite la repatriación del cuerpo o de las cenizas, según corresponda con los requisitos de Sanidad Internacional.

La madre de la joven víctima de violencia de machista, María Lindalva Dasilva, llegó ayer a Ourense tras un viaje desde Bacabal, ciudad del estado brasileño de Maranhao, en el que vive con tres de sus ocho hijos y con la hija de María Socorro, que cumplió 8 años el día 1 de marzo.

En una entrevista con Efe, la mujer explicó que María Socorro fue contratada en noviembre de 2008 por una empresa de electricidad en el cercano estado de Goiás y en ese momento tenía aprobado el curso previo a la entrada en la universidad, 'pero conoció por internet a un hombre de Ourense, llamado Juan, que la invitó a venir a España y ella aceptó, porque luchaba por una vida mejor'.

María Lindalva supo por las llamadas telefónicas de su hija, que la suerte 'le duró poco', pues después del fin de año de 2008 le llamó para explicarle que ya no vivía con Juan, sino con otra chica de Brasil y que el día 9 de febrero comenzaría a trabajar cuidando a una señora en su casa.

Esa fue la última vez que María Lindalva habló con su hija Socorro y luego supo de su desaparición por la compañera de piso, que también le explicó que la joven no volvió a Brasil antes porque 'Juan' se quedó con su documentación y pasaporte y ella lo denunció por malos tratos.

La compañera de piso de su hija le explicó que fue hallada muerta. 'Pero no me lo creí -dijo la madre- hasta que pasó el día 1 de marzo y vi que María Socorro no llamó para felicitar a su hija por el cumpleaños'.

Aún así, la mujer quiso confirmar si el cuerpo hallado en el río Avia era el de su hija y pidió ayuda a las autoridades locales de Bacabal a las que escribió una carta en la que relató lo ocurrido, pues carecía de medios económicos para viajar hasta España e identificar el cadáver.

Mientras María Lindalva hacía gestiones en Brasil, un grupo de inmigrantes se movilizó en Ourense para conseguir fondos con la colocación de 20 huchas en varios locales de la ciudad

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