El movimiento vecinal y sus jugosas perspectivas

El llamado ‘movimiento vecinal’ ourensano siempre ha estado en el ojo del huracán por las supuestas injerencias políticas en su organización. Las últimas elecciones en Limiar lo han vuelto a poner de manifiesto, con dos bandos enfrentados.
La ciudad es una de las pocas en Galicia, y posiblemente en España, donde el movimiento vecinal es un ente fragmentado con múltiples asociaciones, ya que urbes como Vigo apenas tienen 40. Más de 65 colectivos, de los que 45 están federados en Limiar, velan por los intereses de cada barrio y se nutren, principalmente, de las subvenciones públicas para su actividad diaria.

Tomando como base este panorama, la clase política siempre vio la oportunidad de ejercer cierto control sobre el asociacionismo, a modo de ‘sucursales’ en donde captar y asentar la ansiada fidelidad electoral. Esta jugosa capacidad de las asociaciones vecinales se vio acrecentada en el ejemplo de Limiar, una federación que siempre fue de la mano de la polémica, sobre todo por el nunca disimulado apego al gobierno local presidido por el PP. De hecho, aún son muchos los que recuerdan la cena homenaje que esta federación rindió al ex alcalde Manuel Cabezas poco antes de renunciar a su cargo, en febrero de 2007.

El cambio de gobierno municipal trajo también el cambio de estrategia en Limiar y del propio Concello. La supresión de la tarifa nocturna provocó la primera manifestación organizada por este colectivo en las calles de la ciudad y sus dirigentes comenzaron a alimentar un espíritu reivindicativo contra el poder local. A su vez, el gobierno municipal movió ficha a finales del pasado año anunciando el fin del convenio económico con Limiar, alegando la falta de proyectos y memorias de las actividades realizadas y señalando la edil titular, María Devesa, su determinación de no subvencionar ‘comidas ni viajes’. Tras aquella amenaza, las negociaciones fructificaron y Limiar volvió a recibir dinero público con la condición de jus tificar todos sus gastos.

El cambio de gobierno municipal también provocó convulsiones en el seno de la federación. A principios del pasado año, un grupo de 15 asociaciones autodenominadas ‘críticas’ con la directiva trataron sin éxito de impulsar una moción de censura al entonces presidente, Manuel Carnero. En aquel entonces, las cabezas visibles de Limiar expresaron su repulsa e insinuaron ‘injerencias’ del poder local socialista en las asociaciones díscolas. Esos mismos argumentos, pero al revés, son los que ahora utilizan los entonces impulsores de la moción de censura tras las elecciones.

Lorinda Fernández, una de las voces críticas con Limiar que concurrió a las elecciones de la comisión, lamentaba al término de las votaciones que el poder ‘popular’ -no en el sentido populista, sino del partido del PP- había vuelto a copar las altas cotas del movimiento vecinal. Los ganadores, con Manuel Carnero a la cabeza, niegan esta afirmación y justifican su victoria como un refrendo merecido a su ‘trabajo bien hecho’.


Te puede interesar