A la par que el mundo se sorprendía con la elección del papa Francisco, quince jóvenes ourensanos recibían la noticia de otra manera, involucrados como están en dibujar para sí una realidad diferente, son semin

El oficio de aprender a ser cura

En la mole de paralelepípedos pétreos elevada por el arquitecto De la Vega Semper,1952, no hay mujeres, la única presencia visible en esos estrechos pasillos que bordean el patio interior, ajardinado con palmeras y naranjos, es la de alguna de las cuatro religiosas mayores que se turnan 'relajadas' en la portería; o la de un par de trabajadoras de limpieza -el comedor ahora lo atiende una empresa, antes eran ellas-; el resto, todos varones, veinte profesores, sacerdotes y teólogos, y los internos, 15 seminaristas, 6 bachilleres y 9 en estudios eclesiásticos. En la planta superior se encuentra un geriátrico atendido por la Fundación San Rosendo, y en uno de los laterales, el Archivo Diocesano y una valiosísima biblioteca.
Este año se ordenarán tres presbíteros que ya están destinados ejerciendo el diaconado en tres iglesias de la ciudad, el año que viene ninguno, más o menos ?dos por año- en consonancia con lo que viene siendo habitual. Son pocos seminaristas, cada vez menos, nada que ver con los cincuenta y pico que había en los tiempos en los que Ángel Mirón, 52 años, el actual rector del Seminario Mayor, se ordenó sacerdote; o los treinta del formador Isaac Pereiro, 36 años, allá por el 95, una situación que hace que las clases sean más que personalizadas, en algunos de los casos incluso la presencia entre profesor y alumno es un tú a tú.

Los seminaristas de hoy no llevan alzacuellos, ni sotanas negras, ni roquetas blancas, aunque todos ellos custodian la suya en una pequeña habitación; en propiedad sólo la tienen los que se decantan por los estudios eclesiásticos. Los hábitos los reservan para el fin de semana y la asistencia en las actividades litúrgicas.

JÓVENES DE HOY

Son jóvenes con actitudes semejantes a las de cualquier joven de su edad, hacen deporte, ríen, fuman, 'disfrutan' con las nuevas tecnologías, eso sí, se les nota mucho más reflexivos, al menos a los que tienen ya decidido el futuro; cuatro de ellos vienen de recibir el 'acolitado', y ya se les permitirá ayudar en misa y dar la comunión.

Aventurarse a explicar desde fuera lo que suponen las vocaciones es un atrevimiento. Extraña y compleja sensación la de plantearse qué puede significar la 'llamada de la fe', y servidor no está para trazar juicios de valor. 'Hay un momento en que Dios se impone en tu vida, después de un proceso de maduración, tú te planteas un ¿por qué no?' Quien así lo cuenta es Álvaro Fernández, un joven de 21 años, melómano y virtuoso pianista, quien se incorporó directamente al Seminario para cursar segundo de bachiller. Todos ellos son conscientes ?sacerdotes y seminaristas? de la renuncia que supone una decisión como la suya y de lo poco propicios que son unos tiempos tan materialistas; también, lo incomprensible que resulta desde fuera su realidad. Aun así resisten. La diferencia entre los que han dado el paso, y ya están cursando estudios eclesiásticos, y los bachilleres, es grande, a éstos se les notan las dudas, incluso algunos lo tienen muy claro: 'No me veo como un buen sacerdote, el año que viene estudiaré en Madrid o Santiago', comenta Iago Martínez, de 17 años, de Xinzo, al que se le percibe una evidente desafección con el entorno.

No son buenos tiempos para las vocaciones, que han ido menguando a lo largo de estos años, la baja natalidad dominante, 'la sociedad no ayuda a promover los valores vinculados con la Iglesia', apunta Isaac Pereiro, sacerdote formador del seminario. También los 330 euros que cuesta el internado han hecho que muchos padres se lo piensen antes de enviar a sus hijos, motivo por el cual el Seminario Menor se plantea alternativas que pasen por permitir la presencia de externos.

EL NUEVO PAPA

Inevitable estos días no hablar del nombramiento del nuevo papa, más en un seminario, evento informativo capaz de aglutinar para sí la atención de católicos y no católicos. Con 'emoción' y sobre pantalla grande, con la esperanza puesta en la Nueva Evangelización. Pero también tratamos de esos temas 'turbios' que han acompañado a la renuncia de Benedicto XVI y la mala praxis de muchos integrantes de la Iglesia que han salido a la luz. Para José Manuel Salgado, 21 años, Navallo (Laza), ya acólito y en cuarto de estudios eclesiásticos, 'la Iglesia es santa pero también pecadora, está integrada por seres humanos que metemos la pata'. Algo semejante a lo que piensa el rector, Ángel Mirón, para quien Benedicto 'se enfrentó con valentía a esos problemas graves que han acompañado a la institución', y al que el hecho de dimitir, en un estado de facultades plenas, considera que es su aportación más novedosa.

“En la ignorancia yo miraba a la Iglesia de manera despectiva”
Es colombiano, menudo y discreto. Hildebrando Gaviria, 34 años, Bogotá. Su perfil entre el elenco de seminaristas –tercer año de estudios eclesiásticos- es una nota de color, y no por su procedencia. Llegó a España enviado por la Iglesia de su país, antes de recalar en Ourense estuvo un año en seminario de Zaragoza, donde no se le dieron bien las cosas 'por razones circunstanciales, también providencia, las personas a veces somos simplemente medios para llegar a una meta'. Él mismo se califica de converso, su vida estaba en otra parte, era “chef”, vivía en pareja y tenía para sí un proyecto de familia, pero, “el Señor tiene para cada persona destinado un proyecto”, y el suyo estaba alejado de su familia, “a la que añoro, es normal”, y en una tesitura radicalmente distinta a la que él imaginaba, y a la que lleva dedicado casi 9 años. Su hablar pausado, casi místico, delata el momento 'personal' en el que se halla inmerso. A la hora de ejercer piensa que su destino estará aquí.

“A los chavales de hoy en día les falta una dosis de sacrificio”
A Pablo César González, 44 años, rector del Seminario Menor, el periodo de tiempo que lleva vivido “como profesor, educador” -15 años- le ha sido suficiente para constatar unos cambios que, más allá del seminario, percibe que afectan a los jóvenes de hoy, 'los chicos están más desmotivados a nivel académico que hace años, antes tenían más preocupación por los estudios, por las notas; en lo positivo, a destacar que son más espontáneos, más abiertos, más sinceros, más transparentes”. Con total sinceridad responde que, más allá de las cuestiónes vocacionales, la paulatina merma en el número de seminaristas pudiera estar motivada también en que la vida en general de los chavales camina hacia un modelo más cómodo, “los jóvenes están acostumbrados a recibir de todo, y desde el primer momento”. En semejante tesitura es duro asumir una vocación cargada de sacrificios, es sumamente complejo “renunciar a algo tan serio como la vida de familia” .

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