El entierro de la sardina fue seguido en Ourense por una larga comitiva cuyos llantos se oyeron por todas las calles
Hay que aprovechar siempre hasta el último minuto cuando se trata de algo tan divertido y diferente como el Entroido. Así que mientras todo Ourense se preparaba apesumbrado para asistir al entierro de la sardina, y el color negro iba cobrando protagonismo en las vestimentas, los más pequeños del Campus, los habitantes de la guardería infantil, aprovecharon para tener su particular fiesta. Transformados en artistas de un gran circo de la risa, pasaron una tarde diferente y entretenida.
Pero una vez que la luz del día se fue, llegó la tristeza de decir adiós a días de desenfreno, lujuria y gula. El entierro de la Sardina tuvo una larga comitiva, llena de desconsoladas viudas y plañideras que no podían dejar de secarse las lágrimas mientras lamentaban su infortunio. También estuvieron presentes las máximas autoridades eclesiásticas para asegurarse bien que esta sardina quedaba quemada y bien quemada en la Praza Maior. Todo el séquito de ourensanos que participó en el entierro sólo tenían en su mente un pensamiento: la vuelta el próximo año del Entroido y la alegría de saber que ya falta menos.
