ENTREVISTA | COMUNICACIÓN

“Se perdieron los valores que tenía la televisión de formar, informar y entretener"

Ourense. 03-11-16. Local. entrevista a Enrique Martí Maqueda.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Enrique Martí Maqueda, hoy presentador en Telemiño.

El veterano realizador de televisión Enrique Martí Maqueda será premiado con el "Viva 2016", una distinción creada en 2014 por destacados profesionales de la pequeña pantalla para homenajear su trayectoria profesional durante la Transición.

El acto de entrega será el 10 de noviembre en el Museo de Adolfo Suárez, en Cebreros (Ávila). Martí Maqueda presenta actualmente enTelemiño "Leer es un placer" y "Talleres".

¿Qué significa para usted este premio? 

Es un honor que se hayan acordado de mi labor profesional durante la Transición en un lugar que tiene un gran valor sentimental para mí. Cebreros es la tierra en la que nació mi compañero de televisión y después presidente Adolfo Suárez. Fuimos grandes amigos desde un principio. Cuando él llegó a la televisión como presidente de las comisiones asesoras, yo ya era realizador. Establecí con él un contacto de amistad y afecto que fue creciendo. Seguí toda su carrera política. 

¿Cómo fueron sus inicios en Televisión Española? 

Por aquel entonces, estudiaba Derecho y en un verano con unos amigos que tenían un magnetofón nos probamos la voz y pensé que la mía valía para la radio. Me presenté al concurso "El micrófono de plata" y después me enteré que existía la posibilidad de comprar un espacio y hacer un programa. Mi padre me dejó 20.000 pesetas de la época y, sin tener idea de nada, inventé "El bocadillo de la suerte". Cuando se inauguró la televisión, empecé con el programa "El futuro ha comenzado". Ya en 1964 me ofrecieron hacer "Salto a la fama", por el que pasaron la mayoría de artistas de música de España que empezaron en los 60.

Sin embargo, su rol siempre ha estado detrás de la cámara...

Sí. Fue a partir de octubre de 1964 tras realizar un curso de producción y dirección de televisión en New York. Años más tarde, en 1976, llegaría "La hora de..." con artistas como Raffaella Carra. Fuera un éxito tanto para mí como para la cadena por lo que los jefes de Televisión Española me pidieron preparar un programa de televisión para el verano y así surgió "Palmarés". Traté de buscar a una persona que emulase a la italiana y elegimos a Barbara Rey. Fue el nacimiento de la actriz, pero no su primera actuación. 

Después llegaría “300 millones", con el que consiguió el premio Ondas...

Era un programa dedicado a estrechar los lazos entre los distintos países que hablaban español en América y con los canales hispanos de Estados Unidos. Era de gran dificultad porque había regímenes políticos muy diversos. Aquí estábamos en el momento de la Transición y los socialistas nos pedían hacer propaganda política de izquierda cuando los canales allí estaban a manos de las oligarquías. Nosotros de manera sutil cantábamos las excelencias de la libertad y del a pluralidad política pero con cautela. 

¿Cómo ve en la actualidad los espacios televisivos? 

Antes el lema de la televisión era formar, informar y entretener. Ahora todo eso se perdió. 

En cuanto a su faceta como realizador cinematográfico, ¿cómo fue su aterrizaje en el cine del destape español?

Cuando empiezo a hacer "Palmarés", el mánager de Bárbara Rey me dice: “Oye, Enrique te tengo que decirte una cosa, espero que no te moleste pero le he dicho a la prensa que Bárbara y tú estáis liados”. A mí no me gustaba pero quedó así la cosa. Días después, el mismo mánager me comentó que había un productor que quería hacer una película aprovechando todo el revuelo. Me propuso hacer una cinta con un toque lésbico, que fue protagonizada por Bárbara Rey y Rocío Dúrcal. Así surgió "Me siento extraña" en 1977.

¿Cuál era el guión? 

Era una historia de amor entre dos mujeres. Yo no tomaba parte ni a favor ni en contra. Simplemente planteaba una situación que llevaba a dos amigas a tener un acto lésbico. Me divertí mucho grabándolo y, además, quedó elegante. Fue un éxito brutal, siendo la película más taquillera de 1977. Tuve la satisfacción personal de que me criticó tanto la izquierda por no promocionar el lesbianismo como la derecha por no condenarlo. 

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