PLAZA DE ABASTOS DE OURENSE

“La plaza tiene de todo y mucho donde elegir"

Margarita Otero, frutera con 40 años de experiencia en el mercado.

En los alrededores de Ourense en los que antaño se producía fruta se vivía el mismo ceremonial en la campaña de recogida. Por ejemplo, en tiempo de pavías, se elegían con esmero las mejores, evitando que se cayesen al suelo. Se las cepillaba con delicadeza para pulirles la piel aterciopelada y sacarles brillo, y se guardaban entre paños en cestas. Un pequeño ejército de "caseños", como a veces se les sigue llamando, venían a la plaza con el rianxo, por lo tanto con la fruta también. Allí les esperaba el majestuoso edificio de la década de los veinte, bullicioso, febril incluso. Pero "hoy la fruta de los pueblos se está acabando, hay muy poca cosa", se lamenta Margarita Otero Penedo (61 años), que lleva cuarenta primaveras en el mercado. Ella es frutera, regenta el puesto que lleva su nombre en el exterior del mercado, ocupando una superficie cercana a los cien metros cuadrados.

Ya nada sigue igual en la plaza, ni siquiera ella tiene hoy la misma actividad con la que empezó.

Margarita Otero echó diez años de empleada vendiendo en la plaza aceite a granel de la cooperativa Uteco de Jaen. Eran tiempos en los que se despachaban garrafas a dos manos y más que hubiera porque, como recuerda ella, "vendíamos unos cuatro mil litros al día", que ya es vender. Pero, allá en los ochenta llegó el caso del aceite desnaturalizado de colza para uso industrial y las ventas cayeron en picado. El envenenamiento puso fin a la vida de más de 300 personas en España y dejó secuelas en mas de 20.000. "No es que nosotros vendiésemos ese aceite", aclara Margarita, "es que se prohibió la venta a granel".

Pasó entonces a vender fruta en su propio puesto y ha demostrado sus dotes comerciales, porque aún la siguen clientes de aquellos tiempos. La frutera dice orgullosa que "sigo teniendo clientes desde aquellos años, aunque por desgracia algunos ya murieron". La plaza de abastos sigue siendo ese hierro ardiendo al que se aferran muchos de sus industriales, ponderando sus virtudes, deseando que se minoren sus defectos.


SURTIDO


Margarita Otero surte su puesto de frutas que compra a almacenistas y esporádicamente, sobre todo en la temporada veraniega, compra algunas piezas y legumbres que provienen del rianxo aunque "la gente ya planta poco", reconoce, y cuando lo hace piensa en el autoconsumo. El mercado es para ella el lugar ideal para hacer las compras, entre otras cosas porque "la plaza tiene de todo y mucho donde elegir, casi se puede hacer aquí la compra completa", por lo menos así es en cuanto a alimentos básicos como carne, pescado o frutas. También este puesto se conjura para "combatir la crisis más dura que he conocido" y para que al mercado le laven la cara en cuanto a la estética. Ella, escéptica, afirma: "Me da mucha pena porque llevo oyendo que hacen las obras desde hace muchos años y me voy a jubilar y las cosas siguen igual". Y es que la plaza debe modernizarse, al menos como ella. Ahí tienen a Margarita, una verdadera fan (gracias a su hijo) de las redes sociales en Internet que ella misma maneja.

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