CRÓNICA

El presidente de la Cámara pone en hora el reloj de la dimisión

Celso Barbosa baraja dejar una entidad que espera nueva ley, el personal está afectado por el ERE y siguen sin convocarse las elecciones pese a que se cumplen cuatro años de mandato

El mes de agosto del pasado año el presidente de la Cámara de Comercio, Celso Barbosa, tenía pensado dimitir de su cargo y así lo comunicó a su círculo más próximo de manera informal. La decisión, en principio firme, se fue modulando después de algunas conversaciones cruzadas y Barbosa aparcó por un tiempo la renuncia. Pero no la olvidó. De hecho, la decisión de echarse a un lado vuelve a estar sobre la mesa, incluso podría hacerse efectiva antes de que concluya agosto.

¿La fecha? No la conoce, al menos no quiere adelantarla, pero tampoco niega que se vaya a producir la renuncia ahora de forma efectiva. La Cámara de Comercio lleva dando tumbos desde que el Gobierno de Zapatero suprimió el pago obligatorio de las cuotas a la entidad, por lo tanto una de las vías de financiación quedó taponada. Las reglas de juego se alteraron cuando el partido había comenzado y el actual equipo de Barbosa llevaba algo más de un año en el puesto.

Ahora la ley ha cambiado y después de haber pasado el nuevo texto normativo por la aprobación del Congreso y el Senado llegó a la Xunta, que tiene seis meses para adaptarla al caso gallego. Eso supone retrasos en la convocatoria electoral. Acaban de cumplirse cuatro años de la llegada de Barbosa y su equipo a la entidad y el proceso electoral aún no se ha convocado, ni se producirá hasta la entrada en vigor de la nueva ley gallega.

Mientras, los cargos quedan automáticamente prorrogados, circunstancia que algunos miembros del pleno no le agrada especialmente porque la Cámara de Comercio está lejos de ser la que fue, aun con sus dificultades.



EL ERE

Otro de los factores determinantes ha sido la aplicación de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afecta a una plantilla de una veintena de empleados. Barbosa llegó a confesar que este trance "me ha producido un disgusto tremendo". Este asunto ha causado mella en el presidente, pero también que la Cámara está asfixiada económicamente, que la nueva ley está por aprobar y que, particularmente, su empresa le exige cada vez más dedicación. Pero aún habría otra razón, igualmente decisiva: La Cámara da sus últimas bocanadas de un modelo secular con atonía generalizada de instituciones y empresarios.

Te puede interesar