La tradicional bendición de los ramos congregó a cientos de fieles en la ciudad y en la provincia

Una procesión de palmas y laureles

Las palmas, laureles y olivos inundaron el parque de San Lázaro durante la multitudinaria bendición del Domingo de Ramos, que presidió el obispo de Ourense, Luis Quinteiro. La tradicional procesión, que congregó a cientos de fieles -también en toda la pro vincia-, recorrió la calle del Paseo hasta la Catedral, donde tuvo lugar la misa, que comenzó el obispo pidiendo por el eterno descanso de José Manuel Soto, el joven jugador del Arenteiro que murió el pasado sábado pocos minutos después de jugar un partido.
Aunque el cielo amenazaba con descargar agua momentos antes de comenzar la liturgia, finalmente la lluvia dio una tregua y la procesión de Ramos se pudo celebrar en la ciudad. El obispo de Ourense, Luis Quinteiro Fiuza, presidió la tradicional bendición de palmas, olivos y laureles, que congregó a cientos de personas en el Parque de San Lázaro.

Una vez concluido este acto, uno de los más multitudinarios y populares -significa la purificación de quienes asisten a él-, comenzó la procesión, en la que participaron los alumnos del Seminario Mayor y Menor. Encabezada por el paso de Jesús en burro -para rememorar la entrada de Jesucristo en Jerusalén e iniciar oficialmente la Semana Santa en la ciudad- recorrió la calle del Paseo hasta la iglesia de Santa Eufemia, para dirigirse a la Catedral, donde se recogió la imagen y tuvo lugar la misa pontifical.

El obispo comenzó la ceremonia pidiendo por el eterno descanso de José Manuel Soto, el joven jugador del Arenteiro de 21 años que murió el pasado sábado pocos minutos después de haber jugado un partido de fútbol.

Recordó que el Domingo de Ramos está dedicado a los jóvenes: ’En este momento, en la Catedral se cumplen las palabras de Cristo, pues si se callase la voz de los niños y de la gente sencilla, aclamando al señor, gritarían las piedras. Este día está dedicado peculiarmente a la juventud del mundo, que acompaña a Cristo en todos los pueblos y ciudades’.

Y, por ello, pidió a los fieles que destierren el mal de sus corazones, porque, según dijo, la única respuesta válida ante la violencia es el amor. ’Cada vez que hagamos el símbolo de la cruz, hemos de recordar que no podemos responder a la injusticia con la injusticia, a la violencia con otra violencia, al mal con el mal. Hemos de hacer todo lo contrario: responder siempre con amor’, manifestó el obispo.

Te puede interesar