Los socialistas consideran que consiguieron movilizar a sus desmotivados votantes, mientras que el PP persigue, sobre todo, no cometer errores

PSOE y PP reafirman su estrategia pasado el ecuador de la campaña

Rodríguez Zapatero, en el mitin que ofreció ayer en Valencia. (Foto: k. f.)
Transcurrido el ecuador de la campaña, PSOE y PP hacen balance del desarrollo de la misma, calibran la eficacia de sus estrategias y diseñan la recta final. El PSOE tiene como objetivo fijo movilizar al electorado y remontar la desmotivación de sus votantes, y el PP, consolidar las excelentes expectativas que le otorgan los sondeos.
La defensa de las políticas sociales y del Estado del bienestar, junto con las advertencias sobre los recortes que aplicaría el PP si gobernara centran los mensajes del PSOE para las elecciones del 22-M, en una campaña en la que batalla contra otro 'adversario', la desmotivación, a la que cree estar derrotando. Los estrategas del PSOE, con su vicesecretario general, José Blanco, a la cabeza, idearon una campaña muy territorializada, pero también muy ideológica, con la que pretenden movilizar a su electorado tradicional, en la creencia de que una parte de sus potenciales votantes están desanimados y no decidieron aún si acudirán a las urnas o no.

Quizás esa desmotivación inicial explica por qué les costó llenar en algunos actos, como ocurrió en la apertura de campaña, con el presidente del Gobierno y líder del partido, José Luis Rodríguez Zapatero, en León. A los desmotivados van dirigidas, más que a nadie, las críticas a la radicalización del PP, al que los dirigentes del PSOE no se cansan de definir como 'la derecha más a la derecha de toda Europa'.

La idea de que la campaña tenía que ser muy ideológica la remachó Zapatero en la última reunión de la Ejecutiva Federal, donde pidió un esfuerzo para que cale el mensaje de que no es lo mismo un gobierno de izquierdas que uno de derechas, ni en un municipio ni en una comunidad autónoma.

El mensaje es que las políticas sociales y del Estado del bienestar 'están en el punto de mira' del PP, que 'comparte mesa y mantel' con los especuladores y los codiciosos que generaron la crisis.

También se empeñó Zapatero en sus primeros actos en campaña en dejar claras las causas de la crisis y del elevado desempleo, que él sitúa en el modelo puesto en marcha con el Gobierno de Aznar en 1996, que supuso la liberalización del suelo y el engorde de la burbuja inmobiliaria.


PP, A EVITAR ERRORES

El líder del PP, Mariano Rajoy, y todo su partido tienen el marcador a favor y juegan a no perder llegados al ecuador de la campaña. Dependen de sí mismos, dicen en la dirección, y sólo temen errores propios.

El problema es cómo gestionar ese tiempo que resta hasta las elecciones generales, hasta la consecución del gran objetivo, que no es otro que colocar a Rajoy en el Palacio de La Moncloa, y para el que los comicios autonómicos y locales del 22 de mayo suponen un paso crucial.

Superada la mitad de campaña, la dirección del PP ofrece un balance alentador, pues, indican sus fuentes, no sólo se consolidó la estrategia, sino que tomó fuerza al revelarse como la más eficaz frente a las descalificaciones del PSOE.

En opinión de las fuentes consultadas, el Partido Socialista es hoy como un boxeador contra las cuerdas que lanza golpes a la desesperada, así que nada mejor para contrarrestar los 'insultos' que dejarlos sin devolver y perseverar en el plan previsto.

Las fuentes recalcaron poco antes de arrancar estas dos semanas que Rajoy efectuaría discursos más de gestor y de estadista que de jefe del primer partido de la oposición, es decir, centrado en crear empleo y en reanimar la economía.

La dirección, por tanto, considera que los objetivos se están cumpliendo y que ni se resquebrajó la fidelidad del votante de siempre ni se espantó al que nunca o pocas veces se decantó por el PP y que ahora, quizá, se lo plantea.

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