D LÁMINAS “PUBLICIDAD CON HISTORIA"

Salón Amador, tintes perfectos y permanentes ultra modernas

El fundador nació en A Valenzá y aprendió el oficio en Argentina, donde emigró muy joven

La lámina que entrega hoy La Región dentro de la colección Publicidad con Historia plasma un anuncio de los Salones de Peinados Amador publicado en 1950. El establecimiento fue una auténtica escuela para generaciones de peluqueros de la ciudad y su propietario, Amador Fernández, introdujo una verdadera revolución en el mundo de las peluquerías ourensanas. Amador ofrecía "Permanentes ultra modernas, sin hilos ni electricidad" y "Tintes, los más perfectos, completamente inofensivos para la salud y el cabello". Asimismo disponía de callista y manicuras diplomadas.

Amador Fernández nació en A Valenzá y según recuerda su sobrina Artemia, que trabajó con él, con poco más de veinte años se marchó a Argentina. Allí vivía su hermanastro, que regentaba una peluquería y con él aprendió el oficio."Regresó muy pronto para Ourense", asegura Artemia, "apenas estuvo allí unos dos años, aunque fue el tiempo suficiente para aprender el oficio".

Amador se trajo a Ourense la modernidad del Buenos Aires de los años veinte y abrió una peluquería en la calle de la Paz, frente al cine Principal que, según recuerda Artemia, se llamaba La Moderna. Luego se trasladó a la calle Lamas Carvajal. Las técnicas y servicios que ofrecía provocaron un gran cambio en el mundo de la peluquería ourensana y en la década de los 30 amador se trasladó al que será su emplazamiento definitivo, a la segunda planta del número 5 de la plaza de Paz Novoa, en el conocido como edificio de los Conde.

Su sobrina Artemia lo definía como "un hombre muy inteligente, amable y muy trabajador, avanzado en su profesión y de carácter agradable". Recuerda que poseía una casa de planta baja en la calle Cardenal Quiroga, con un pequeño terreno alrededor. "Allí experimentaba y fabricaba los productos que utilizaba en la peluquería y que también vendía a otras peluquerías", dice Artemia.

Además del local de Paz Novoa, abrió una peluquería en Monforte y acudía una vez a la semana a Ribadavia, para atender a los clientes de la villa. Amador Fernández tenía dos hijos, aunque ninguno quiso seguir la profesión de su padre. Cerró la peluquería en el año en el año 1969 y fallecería en Ourense a los 91 años.

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