El Centro Cultural de la Diputación acoge una exposición con los trabajos de este fotógrafo ourensano

Una selección de imágenes en blanco y negro del pasado más reciente recuperan a ‘O Rizo’

Una de las imágenes que se pueden ver en el libro y en la exposición. (Foto: Xesús Fariñas )
Una imagen en blanco en negro. Una escena cotidiana retratada para la eternidad. La figura de un fotógrafo ambulante que ya sólo forma parte del imaginario de algunas generaciones de ourensanos. Un nombre: Xosé Vázquez, ‘O Rizo’.
Aunque ‘O Rizo’ fallecía hace ya más de treinta años, su legado fotográfico sigue siendo ahora tan válido como entonces, y por eso nunca es tarde para rendirle un homenaje, como el libro elaborado por el Centro de Cultura Popular Xaquín Lorenzo de la Diputación de Ourense, y la exposición que lo acompaña, y que ayer abrió sus puertas en el Centro Cultural de la Diputación.

En la era de la fotografía concebida como arte, las imágenes de un fotógrafo ambulante sin más ambición que plasmar trocitos de realidad en un papel, puede resultar una experiencia diferente.

En los tiempos en que todo el mundo, a través de un móvil puede captar ese instante vivido, recordar que hasta, al menos la década de los 70, conseguir una fotografía no era algo tan sencillo, puede ser una buena lección de historia contemporánea.

En estos días, reabrir esa caja llena de fotografías antiguas, con rebordes como las galletas, con imágenes cotidianas como portar la palma el día de Ramos o como esa comida campestre con familia y amigos en una romería, puede ser un ejercicio nostálgico y beneficioso.

Todo eso es lo que conlleva visitar la exposición de ‘O Rizo’, porque más de un ourensano podrá encontrar, sino a si mismo con aquel amigo de juventud, o con aquella novia que sería su mujer, sí a algún conocido.

Cuando los móviles no existían, y una cámara fotográfica era un artículo de lujo, la mayoría de las personas sólo podían inmortalizar sus momentos con los fotógrafos ambulantes, como ‘O Rizo’. Hombres de oficio que vivían de positivar las placas fotográficas que captaban esa vida cotidiana, sin más pretensiones.

Una exposición para ver, recordar y aprender.


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