La Asociación Primero de Mayo busca financiación para que el cirujano pediatra del CHOU, Manuel Garrido Valenzuela, acuda a operar a 60 niños a un hospital boliviano, castigado por su mala habitabilidad.

El 'surazo' sopla en el norte

María García, Manuel Garrido y Julio Rivero. (Foto: Martiño Pinal)
El surazo es un viento chileno, cortante como una bayoneta, que sube hasta Bolivia como si fuese un cobrador. No acude más que a pasar facturas. Tiene tan gélida y dura la brazada, que es uno de los peores enemigos de los niños del pabellón de Pediatría del Hospital Primero de Mayo de Santa Cruz de la Sierra.
'Nada más que unas tejas separan a los enfermos de las inclemencias del tiempo', relata Manuel Garrido Valenzuela, cirujano pediatra del CHOU, que desde hace 22 años ocupa sus vacaciones operando en Bolivia. Porque en realidad la amenaza en Pediatría no es tanto el surazo como las tejas, la falta de aislamiento. Cuando no golpea el viento arremete el calor. El Hospital Primer de Mayo se ha convertido 'en la plataforma de los bolivianos sin voz'. Allí se trata a diario la incurable enfermedad de la pobreza.

En estos años ha ido acumulando la población que llega del altiplano en busca de porvenir. 'Ya son 250.000 las personas tributarias del Primero de Mayo', sostiene el pediatra. Después de años de sordera, el Gobierno de Bolivia colabora con el hospital, que halla también vías de financiación en una farmacia con medicamentos a bajo coste. El pabellón de Pediatría, cuando el centro apenas tenía 18 camas, se levantó en 1995. 'Ahora se ha quedado obsoleto'. Si bien es cierto que no hay problemas para operar y tratar a los pacientes, no menos falso es que 'la habitabilidad es muy mala'. Es más, 'la hospitalización es horrible'. No da resguardo a los niños internados. Después de intervenciones quirúrgicas, en muchas ocasiones graves, los pacientes comienzan a sudar sobre las camas por la falta de aislamiento. 'Hemos llegado a altas cotas científicas, incluso en el capítulo de nanotecnología somos punteros en todo el Estado, lo que incluye los hospitales de La Paz', pero este progreso convive con la regresión del techo de tejas.

Cada estancia de Garrido, le permite operar a una media de 60 niños. Cuando la intervención no es compleja, interviene a seis jóvenes diarios. Eso tiene un precio. 'Necesitamos unos 6.000 euros para financiar las anestesias, los sueros y el resto de material quirúrgico'. Para sufragar las operaciones, la Asociación Primero de Mayo vuelve este año a convocar una cena benéfica (28 de mayo). 'La recaudación subvenciona mínimamente las intervenciones', admite el tesorero de la entidad, Julio Rivera.

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