ADN OURENSANO POR EL MUNDO

Una triatleta tras la meta del Nobel

Marta González Freire trabaja en el Instituto Nacional de Envejecimiento con sede en Baltimore que pertenece al National Institutes of Health (NIH) de USA, la institución de investigación más importante del mundo.

Podría darse el caso de que esta triatleta menuda con la fortaleza de una raíz haga que Ourense cruce la línea de meta del Nobel. Ella se ríe al escuchar la apuesta. "Es complicado porque con 33 años ya soy muy vieja por estadísticas. Dicen que necesitas haber publicado un gran descubrimiento antes de los treinta, pero me encantaría y lo estamos intentando. Lo cierto es que estoy en el mejor grupo para estudiar el envejecimiento, mi jefe Luigi Ferrucci es de los mejores y no me quejo".

Marta González Freire trabaja en el Instituto Nacional de Envejecimiento con sede en Baltimore que pertenece al National Institutes of Health (NIH) de Estados Unidos, la institución de investigación más importante del mundo. La meta puede ser el Nobel con sus estudios sobre cómo retrasar el lastre de la edad y el desarrollo de fármacos para contrarrestar las muescas que el paso del tiempo deja en el organismo. La salida fue Ourense. Hija de un ginecólogo y de una enfermera, esta ourensana nacida en mayo de 1983 siempre tuvo claro que quería estudiar algo relacionado con el deporte. Tras pasar por Franciscanas, después saltó hasta A Coruña para licenciarse en Ciencias del Deporte. En la playa de Bastiagueiro se aficionó al surf, en Madrid al triatlón mientras cursaba el doctorado en Fisiología del Ejercicio y un máster de Genética y Biología Celular.

UN CORREO ELECTRÓNICO

Compaginaba la investigación en la Universidad Europea de Madrid con el trabajo de entrenadora en el Fitness Sport Triatlon Pozuelo cuando en marzo de 2013 recibió un correo electrónico de Luigi Ferrucci comentándole que había visto su currículum por Internet. Hizo una entrevista por Skype, en mayo se desplazó hasta Baltimore y en octubre ya estaba trabajando con el mejor equipo en la materia. "Yo no tenía nada planificado. Me dije que iba a probar un año y ya voy por el cuarto". Acaba de renovar para continuar tres años más con sus investigaciones.

Otro de los grandes sueños de Marta es conseguir la clasificación para el campeonato del mundo de triatlón de larga distancia dentro de cuatro años. El reto asusta a alguien que no esté dispuesto a sacrificarse: 3.800 metros a nado, 180 kilómetros sobre la bicicleta y un maratón para completar la prueba. Pero ella no regatea esfuerzos para conseguir sus anhelos. "Me levanto a las cuatro y media para entrenar y a las ocho ya estoy en el trabajo. La jornada dura hasta las seis de la tarde o hasta la ocho, lo que tú quieras". Se siente feliz tanto entrenando como investigando a pesar de los madrugones y las largas horas en el tajo porque está al lado de los mejores. "He tenido la suerte durante casi tres años de nadar cada día al lado de Michael Phelps en Baltimore. Es impresionante", comenta ahora que han principiado los Juegos de Río y la leyenda estadounidense vuelve a acaparar todos los focos.

Marta González Freire ya se ha aclimatado al gélido invierno y a las altas temperaturas veraniegas de una ciudad que se acuesta temprano y palpita a un ritmo distinto al de la 'terra da chispa'. Ha co- menzado una relación con Travis Warren, un diseñador de muebles al que también le apasiona el deporte. Desde la primavera la pareja da largos paseos en barco por la bahía de Baltimore y no da la impresión de que esta singladura la vaya a devolver a la tierra de la que partió. "Mi idea es continuar aquí, montar mi propio equipo de investigación y que sea lo que Dios quiera", afirma.

Galicia y Ourense exporta talento que pocas veces regresa. "Es que a nivel de investigación tenemos mucho futuro allí. Si vuelves, el futuro desaparece". La meta puede ser el Nobel, la salida siempre será Ourense.

¿Qué le sugiere la palabra Ourense?
Es mi infancia.

¿Cuál es su rincón preferido?
Mi colegio, Franciscanas. Guardo muy buenos recuerdos.

¿Qué es lo que más echa de menos?
Sobre todo a mi familia y también a los amigos.

¿Tiene algún garito o restaurante al que siempre regresa?
Sí, el Café Plaza en Paz Novoa. Siempre quedamos ahí.

¿Cuántas veces piensa al día en la tierra?
No muchas, la verdad. (Se ríe) Soy un desastre. Pienso en la familia, aunque también añoro la calma con la que se hacen las cosas, poder llegar a cualquier parte en cinco minutos, y el pulpo.

¿Volverá?
¿A Ourense o a Galicia? Yo creo que no. A nivel de investigación tenemos mucho futuro allí y si vuelvo el futuro desaparece.

¿Qué ha aportado Ourense al mundo?
Creo que ha dado intelectuales muy importantes. En los aeropuertos siempre me encuentro a alguien que es de Ourense o con antepasados. Hemos aportado bastante al mundo.

Aunque es muy joven, ¿dónde le gustaría ser enterrada?
Creo que me gustaría que esparciesen mis cenizas en el mar, en Ferrol.

Pregunta de quesito. ¿Cuántos puentes tiene Ourense?
Cinco o seis, ¿no? Y eso que siempre enseño la típica foto desde el aire con los puentes.

Te puede interesar