SOCIEDAD

Una "baraja" de cartas ayuda a la inclusión de discapacitados en Portugal

Incluye tantas cartas como letras tenga el alfabeto en cuestión, y en ellas aparece impreso su forma manuscrita, su pronunciación fonética, su identificación en el alfabeto Braille y en lenguaje gestual.

Una simple baraja de cartas lanzada en Portugal promete ayudar a la inclusión social de alumnos con diferentes discapacidades, facilitando que compartan aula con sus compañeros y que no se sientan apartados.

Las "tarjetas Euki", así se llaman, fueron creadas por Celmira Macedo, profesora de Educación Especial en diferentes centros lusos, donde pronto se dio cuenta de que "no había material didáctico para trabajar con personas con algunas limitaciones".

La baraja incluye tantas cartas como letras tenga el alfabeto en cuestión, y en ellas aparece impreso su forma manuscrita, su pronunciación fonética, su identificación en el alfabeto Braille y en lenguaje gestual.

En la práctica, su uso permite juntar a ciegos, sordos y mudos -entre otros colectivos- en una misma clase y contribuye a que el resto de sus compañeros también sepan comunicarse con ellos, en un proyecto del que se hicieron eco los principales medios lusos.

"Yo quería transformar lo que ya había hecho para mis clases de forma rudimentaria, rústica, con cartulinas, en algo con calidad que se pudiera comercializar", explicó Macedo en declaraciones a EFE.

Su idea comenzó a tomar forma en 2011, cuando ganó un premio de innovación sobre emprendimiento social que permitió, después de muchas pruebas y ensayos, arrancar con su producción industrial.

"Lo que existía hasta entonces hacía que estos alumnos se sintiesen diferentes, porque tenían que trabajar en clases aparte y con materiales distintos a los de sus compañeros", argumentó.

Por el momento ya han sido fabricados 2.500 lotes con estas cartas, que se venden en suelo luso a 13,99 euros cada uno y que incluyen además un dominó "inclusivo" en el que cada "ficha" también incluye indicaciones en braille y lenguaje gestual.

Aunque en esta primera fase las tarjetas sólo están disponibles en portugués, su impulsora asegura que es una iniciativa "fácil de internacionalizar" y que pretende expandirse en breve a España y al mundo anglosajón.

"Trabajo en un jardín de infancia y todos los niños ya saben hacer el alfabeto con lenguaje gestual, lo que permite que el sordo no se sienta diferente y hace que trabajemos todos juntos. Ése es el secreto de la inclusión", defendió.

Además de recibir varios premios, el "invento" de Celmira Macedo suscitó atención mediática y ha recibido el apoyo de representantes del sector de la educación en Portugal.

La creadora del proyecto reveló que todos los ingresos obtenidos con estas ventas irán dirigidos a la Asociación de Padres y Amigos de Personas con Necesidades Especiales (Leque), entidad dedicada a dar apoyo emocional y formación a los familiares de discapacitados.

Con sede en el municipio de Alfandega da Fé, cerca de la frontera con la región española de Castilla y León, la entidad es presidida por la propia Macedo, que impulsó recientemente la organización de un campamento de verano para este colectivo.

"Me di cuenta de que la mayoría de padres de estas personas con necesidades especiales no se iban de vacaciones y que en Portugal no había este tipo de espacios", aseguró.

Este año el campamento celebra su tercera edición en la localidad de Miranda do Douro, frontera con Zamora, y en él participarán durante dos semanas veinte personas con diferentes discapacidades.

"Tenemos un gran interés en abrir la asociación a familias españolas, sobre todo de Zamora y Salamanca", reveló Celmira Macedo, quien consideró estos campamentos un claro exponente del trabajo desarrollado por Leque.

Con un coste de unos 400 euros por persona, diez profesionales -entre ellos psicólogos, terapeutas ocupacionales y enfermeros- se encargan de responder a las necesidades de los participantes.

"Este proyecto también fue premiado y hemos recibido financiación para que puedan venir niños cuyos padres no pueden pagar el campamento", detalló.

En su opinión, la sociedad sigue sin estar preparada para afrontar las necesidades de este colectivo, y muy especialmente las de sus familiares.

"Existe un déficit muy grande, la mayor parte de los niños van a escuelas y existe un seguimiento, pero de la familia todos nos olvidamos, pese a que es ahí donde empiezan y acaban los problemas. No hay instituciones que apoyen a los familiares, que les den formación y soporte emocional para lidiar con la diferencia", lamentó.

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