La crecida de los arroyos a raíz de las últimas lluvias y la rapidez con la que circulan las aguas ha llevado a un aficionado al deporte de aventura a idear una práctica que ha bautizado como arroying, que consiste en lanzarse con traje de neopreno, flotador y casco por un cauce.
Tras una primera experiencia en 2002, que ha repetido estos días, Baltasar Felguera está dispuesto a patentar este nuevo deporte extremo que recuerda a algunas atracciones de parques acuáticos, según ha afirmado.
Impresionado por el cauce que llevaba el arroyo Rincón en la localidad malagueña de Campillos, Felguera y otros aficionados a los deportes de aventura decidieron lanzarse.
Nos fuimos lanzando uno tras otro, y después de casi 30 minutos de ser arrastrados por la corriente, tragando buches de agua y alucinados, salíamos felices y contentos tras más de dos kilómetros desde el inicio, ha señalado el pionero del arroying.
Felguera ya define el arroying como la novedosa actividad extrema consistente en lanzarse a la corriente de un arroyo, preferiblemente encauzado, y dejarse arrastrar por la fuerza y la velocidad de ésta.
Eso sí, este deporte no se puede practicar durante todo el año, hay que estar muy atentos después de fuertes lluvias, pues el cauce baja por momentos y se reduce considerablemente el caudal.
Para la experiencia, sus impulsores recomiendan usar traje de neopreno completo y casco, además de guantes, escarpines y algún accesorio, como roscón neumático o tabla flotante.
Durante el trayecto atravesaron cinco puentes y debido a la altura que el agua a su paso por debajo de algunos de ellos tuvieron que extremar las precauciones.
A pesar de que este descenso en apariencia pudiera ser de dificultad baja, Felguera lo califica como medio, debido a que la corriente es a veces fuerte, el agua es de color marrón y gélida, y en numerosos tramos no se suele hacer pie, todo en función del nivel de las aguas.
Impresionado por el cauce que llevaba el arroyo Rincón en la localidad malagueña de Campillos, Felguera y otros aficionados a los deportes de aventura decidieron lanzarse.
Nos fuimos lanzando uno tras otro, y después de casi 30 minutos de ser arrastrados por la corriente, tragando buches de agua y alucinados, salíamos felices y contentos tras más de dos kilómetros desde el inicio, ha señalado el pionero del arroying.
Felguera ya define el arroying como la novedosa actividad extrema consistente en lanzarse a la corriente de un arroyo, preferiblemente encauzado, y dejarse arrastrar por la fuerza y la velocidad de ésta.
Eso sí, este deporte no se puede practicar durante todo el año, hay que estar muy atentos después de fuertes lluvias, pues el cauce baja por momentos y se reduce considerablemente el caudal.
Para la experiencia, sus impulsores recomiendan usar traje de neopreno completo y casco, además de guantes, escarpines y algún accesorio, como roscón neumático o tabla flotante.
Durante el trayecto atravesaron cinco puentes y debido a la altura que el agua a su paso por debajo de algunos de ellos tuvieron que extremar las precauciones.
A pesar de que este descenso en apariencia pudiera ser de dificultad baja, Felguera lo califica como medio, debido a que la corriente es a veces fuerte, el agua es de color marrón y gélida, y en numerosos tramos no se suele hacer pie, todo en función del nivel de las aguas.