El traslado a la calle de estas actividades hace más difícil su control por universidades, colegios mayores y residencias

Las novatadas estudiantiles, en la frontera entre la broma y el delito

Un grupo de universitarios eslovacos, sufriendo una novatada.
Octubre es por excelencia el mes de las novatadas, ya que las universidades, colegios mayores y residencias retoman el ritmo, pero estas experiencias se repiten todavía en muchos lugares bordeando la frontera entre la broma y el delito, y en ocasiones llegan a provocar serias lesiones a quienes las sufren. Así ocurrió con tres estudiantes del Colegio Mayor San Agustín (Santiago de Compostela), que fueron ingresados el pasado fin de semana con heridas graves en los ojos, fruto de una batalla entre estudiantes de distintos centros en la que les arrojaron un detergente industrial a la cara. Dos de ellos tuvieron que ser operados.
Pese a ello, varios jóvenes que han residido uno o más años en este tipo de alojamiento universitario han restado gravedad a las novatadas que se llevan a cabo y subrayaron que sirven como método de integración de los recién llegados.

Las novatadas actuales en los colegios mayores son más difíciles de controlar que en el pasado, porque los veteranos las han trasladado a la calle para evitar las sanciones que los centros imponen a los agresores. La máxima expresión de esa sanción -cuando no acaba en los tribunales- es la expulsión definitiva del centro, según explicó el director del Colegio Mayor Chaminade (Madrid), José Ignacio Gautier, cuyo centro ha decidio prohibir este tipo de actividades en sus instalaciones.


VINCULADAS AL BOTELLÓN

Para él, desde hace quince años, las novatadas están vinculadas al consumo del alcohol y al 'botellón' y afirmó que, aunque ha descendido el número de novatadas en general, han aumentado aquellas que tienen lugar en colegios mayores femeninos, hasta alcanzar los niveles de los centros masculinos. En un segundo plano quedarían los colegios mixtos, caracterizados por un menor número de ellas y de menor gravedad.

Gautier considera que los rectorados reciben cada vez más denuncias, pero que es necesario que más víctimas acudan a la vía judicial y que los veteranos reflexionen sobre este tema. En el colegio mayor que dirige, las novatadas estaban prohibidas 'desde siempre', pero dejaron de existir en el año 1983, cuando un grupo de estudiantes del aula de Derechos Humanos del colegio propuso en varias asambleas participativas que se pusiera fin a ellas.

Tras tres años de deliberaciones y resistencia por parte de algunos estudiantes, una mayoría de veteranos del Chaminade votó a favor de abolir las novatadas y desde entonces no se tiene constancia de que se hayan producido más, ha añadido Gautier, que apunta que este puede ser, sin embargo, un caso 'excepcional' en el entorno universitario. 'Muchas novatadas suponen una relación de dominio del veterano sobre el nuevo, que está asumida por las dos partes y que se traduce en acciones consentidas por los nuevos', afirmó.

Pese a que el Código Penal permite considerar las novatadas como delito de tortura y sancionarlas según su gravedad con penas de entre seis meses y dos años-, muchas víctimas de estas agresiones no denuncian, porque 'existe un juego perverso mediante el cual, como ha aceptado esa situación, llega a disculpar al veterano que le ha agredido'.

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