Rafael Pintos, o Wladimir Dragossan, su alter ego, se siente encasillado en su papel de 'vampiro de Galicia' y, en este momento vital, el singular artista patrio prefiere ser visto como un dandy que aspira a vivir de su pintura y su prosa.
El dandismo es, para este lector compulsivo que encuentra en 'Las flores del mal' de Charles Baudelaire su libro de cabecera, una manifestación estética y la filosofía idónea que ha de acompañar su existencia. 'Yo lo pongo en práctica de forma espontánea y de ahí nació Wladimir como personaje mediático', cuenta Rafael Pintos que sitúa a Wladimir a mediados de la década de los noventa.
Sentado, apoyado en un bastón y con una mirada imperturbable, Rafael rememora ese tiempo en el que su vampiro alcanzó la fama de la mano de la cadena autonómica, la TVG; así como su estrecha amistad con el showman gallego por antonomasia, John Balan, otro hito en esta televisión y del que él mismo escribió una biografía.
Pintos prosigue su charla con Wladimir: 'Ahora he aparcado esta figura, me tenía muy aburrido, me habían encasillado. Eso sí, me identifico mucho con el personaje y me gusta', reconoce.
En la actualidad, ocupa su tiempo un libro centrado en la antropología gallega de tradición oral, con el que está ilusionado, aunque sienta, desde su casa de Poio (Pontevedra), en la que se ocupa del cuidado de las camelias, un cierto 'veto' a su trabajo.
En Galicia cree que le perjudica venir de una familia de derechas. Se siente Rafael Pintos un libre pensador, un ciudadano del mundo, 'pero no soy nacionalista y esto me lleva al ostracismo, aún cuando la cultura ha de estar por encima de la política siempre'.
UN DANDY
Luego, influye el hecho de que sea un dandy. Dice que cuando Francisco Umbral escribió el libro 'Larra: anatomía de un dandy' ya exponía que España es un país anti-dandy, algo que este gallego comparte, porque en su día a día sufre 'la agresión de ser un incomprendido'.
Aclara que un dandy no es homosexual siempre, y afirma que en su caso mantiene desde hace más de una década una relación sentimental con una mujer, y, antes de ella, tuvo otras parejas.
Sentado, apoyado en un bastón y con una mirada imperturbable, Rafael rememora ese tiempo en el que su vampiro alcanzó la fama de la mano de la cadena autonómica, la TVG; así como su estrecha amistad con el showman gallego por antonomasia, John Balan, otro hito en esta televisión y del que él mismo escribió una biografía.
Pintos prosigue su charla con Wladimir: 'Ahora he aparcado esta figura, me tenía muy aburrido, me habían encasillado. Eso sí, me identifico mucho con el personaje y me gusta', reconoce.
En la actualidad, ocupa su tiempo un libro centrado en la antropología gallega de tradición oral, con el que está ilusionado, aunque sienta, desde su casa de Poio (Pontevedra), en la que se ocupa del cuidado de las camelias, un cierto 'veto' a su trabajo.
En Galicia cree que le perjudica venir de una familia de derechas. Se siente Rafael Pintos un libre pensador, un ciudadano del mundo, 'pero no soy nacionalista y esto me lleva al ostracismo, aún cuando la cultura ha de estar por encima de la política siempre'.
UN DANDY
Luego, influye el hecho de que sea un dandy. Dice que cuando Francisco Umbral escribió el libro 'Larra: anatomía de un dandy' ya exponía que España es un país anti-dandy, algo que este gallego comparte, porque en su día a día sufre 'la agresión de ser un incomprendido'.
Aclara que un dandy no es homosexual siempre, y afirma que en su caso mantiene desde hace más de una década una relación sentimental con una mujer, y, antes de ella, tuvo otras parejas.
