Se agarran a las vías para recibir descargas eléctricas, cuyos efectos creen que son curativos

La 'terapia del tren' causa furor entre los indonesios

Muchos indonesios persiguen su cura con la 'terapia del tren', un método muy peligroso  (Foto: P.REGUEIRA)
Oleadas de indonesios persiguen su cura con la 'terapia del tren', método peligroso que consiste en sentarse entre las vías del ferrocarril y agarrar con las manos los raíles para que el cuerpo reciba la corriente eléctrica que creen saludable.
Estos indonesios aquejados de reumatismo, escoliosis, artritis, hipertensión, insomnio y otras dolencias, creen que de la supuesta energía eléctrica que aseguran transcurre por las vías tiene efectos curativos. Nadie sabe con certeza quién fue el promotor e impulsor de esta extraña manera de arriesgar la vida, pero lo cierto es que a diario antes del atardecer y desde hace más de un año, decenas de personas se sientan entre los raíles próximos a la estación de Cengkaren, en el arrabal metropolitano de Rawa Buaya, para probar si mejoran de sus males.

Las habladurías hicieron tan popular la estación que hasta ella viajan enfermos procedentes de muchos rincones de la isla de Java, incluso desde los más apartados. Uno de los practicantes habituales de este método, que se identifica como Subiarsa de 43 años, asegura que la 'terapia del tren' le curó los dolores que sufría en una de sus piernas. 'La gente viene aquí a aliviar muchos males: diabetes, dolores musculares, migraña...', apuntó convencido Subiarsa, quien cree que 'las descargas de electricidad mejoran cualquier achaque'.


UNA ESTACIÓN DE PEREGRINAJE

Aquellos que confían en el supuesto poder curativo del método ferroviario tampoco saben explicar el motivo por el que la estación de Cengkareng se convirtió en centro de peregrinaje, aunque alguno apunta que no fue escogida por sus propiedades únicas, sino por el hecho de que por esta pasan pocos trenes. Los incrédulos atribuyen este fenómeno a la desesperación y culpan a las autoridades de que los indonesios más pobres recurran a estos métodos sin base científica para buscar algún alivio a sus dolencias.

Dwinanto Negroho, un profesor oriundo de Yakarta, considera que 'estos métodos son absurdos, en realidad, una bofetada para el Gobierno'. 'La sanidad es tan cara que la gente tiene que ingeniar nuevas fórmulas con las que intentar curarse', señaló Negroho.

Mientras aumenta el flujo de personas que se aferran a los raíles de Cengkareng, las autoridades claman que advirtieron hasta la saciedad, y sin ningún éxito, de que sentarse en las vías es peligroso y de que además no es una terapia curativa. El jefe de estación de Cengkareng, Suari, afirma que la afluencia hasta esos tramos de la vía férrea de personas que oyeron hablar de sus propiedades, tiene prácticamente desbordados a los empleados. 'Cada día varios funcionarios se acercan a las vías del tren para explicar a la gente los peligros que afrontan y advertir de que, además, lo que hacen contraviene la ley', explicó el jefe de la estación.

La última normativa de la red estatal de ferrocarriles indonesios y aprobada hace unos cuatro años establece que nadie puede utilizar las vías del tren para fines que no sean de transporte. La gente hace oídos sordos a los avisos y regresa, algunos casi a diario, para pasar el rato o sentarse entre los raíles en la estación, que a raíz del fenómeno se tornó más animada.

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