Los urólogos han planteado la necesidad de determinar el coste-eficacia de las nuevas tecnologías, ya que en muchos casos no está justificada su aplicación porque no se traducen en un mayor beneficio para el paciente.
Con el objetivo de hacer un análisis de esta situación en una época de escasez de recursos, la Asociación Española de Urología (AEU) ha elaborado la Guía 'Nuevas Tecnologías. Propuestas para una correcta aplicación'.
La guía, editada por Luzán5 en colaboración con Almirall, parte de la base del mayor conocimiento que actualmente tienen los pacientes sobre cualquier avance gracias a internet y las redes sociales, lo que en muchos casos se traduce en que exijan la última tecnología disponible, sin saber sus riegos y beneficios, ha informado la AEU en un comunicado.
Para el presidente de esta asociación, Humberto Villavicencio, 'los urólogos somos uno de los especialistas médicos que más hemos contribuido al progreso de la cirugía. Lo que nosotros vamos descubriendo es asimilado por otras especialidades'.
Por ello, estos especialistas se sienten responsables de valorar si las nuevas técnicas suponen una mejora en la atención de los pacientes o, si por el contrario, implican un mayor riesgo para el enfermo.
El documento recoge y sintetiza los principios éticos que deben presidir el uso de las nuevas tecnologías en el ámbito de la urología y está dirigido al profesional sanitario en general, ya que una gran parte de los mismos son válidos para cualquier especialidad quirúrgica.
En la guía se realiza una valoración gradual de las técnicas más avanzadas en la especialidad médica y de las verdades absolutas que se manejan sobre sus utilidades y beneficios.
Según el doctor José Jara, coordinador de la Oficina de Ética de la AEU, cada una de las técnicas se enfrentan a las evidencias científicas que las avalan para concluir en que casos están sustentadas en estudios clínicos de buena calidad y en cuáles son creencias sin ninguna prueba científica.
Entre las recomendaciones de los urólogos destacan las necesidad de crear centros de referencia, en los que se introduzcan las nuevas tecnologías; informar al paciente de forma veraz sobre la técnica que se le va a aplicar; estandarizar los criterios de aprendizaje para evitar un mal uso y errores y una mayor implicación institucional en los sistemas de evaluación de esas tecnologías.
