Carballeda de Valdeorras no olvida el gran incendio que asoló su territorio en el verano de 2022. Y lo hace “convirtiendo la destrucción en creación” como explicó su alcaldesa, Mari Carmen González Quintela. “Hemos creado jardines temáticos con figuras que elaboramos a partir de la gran cantidad de madera quemada que quedó tras el incendio”, explicó la regidora.
El mérito, dijo, es de las brigadas, “tanto de la Aprol Rural como de la brigada medioambiental o los integrantes del obradoiro de emprego, entre todos lo sacan adelante”. Contó Quintela que se trata de una “alegoría a las diferentes estaciones del año”. Comenzaron la pasada Navidad, cuando a la alcaldesa se le ocurrió que podían tratar de elaborar Papá Noeles con troncos de árboles quemados para “dar una nota artesanal a la decoración urbana navideña”. Y parece que la idea cuajó porque “se ilusionaron”, elaborando suficiente para todos los núcleos de población del municipio.
Según la alcaldesa, “desde entonces, cuando llueve mucho y no pueden salir al campo, van preparando lo siguiente”. Además de los restos del incendio, ahora también aprovechan restos de poda, troncos de árboles que se secan en el monte, “y ya han ganado mucha experiencia” aseguró. Tanto es así que, cada vez que hay un evento en el concello, se ponen manos a la obra. Como por ejemplo, para las fiestas de la Encarnación de Sobradelo que hoy llegan a su fin, para las que las brigadas colocaron figuras inspiradas en ello, porque “cuando hay celebraciones, siempre gusta tener la casa bonita”.
Atractivo turístico
Que llaman la atención, lo dice la gente que “viene de otros lugares a hacerles fotos”, incluso los peregrinos que pasan por la zona, que también se llevan la instantánea. Mientras la repercusión sea tan buena, en Carballeda seguirán existiendo jardines temáticos, que nacieron para recordar una tragedia y que se han convertido en un atractivo turístico más del municipio.
Hace casi dos años, una tormenta eléctrica hizo impactar un rayo en la localidad de Riodolas, lejos de las casas, algo que no hizo levantar las alarmas. Los bomberos forestales trabajaron en su extinción pero esta se alargó y el fuego avanzó demasiado. A los tres días, había llegado a O Barco y Rubiá. Por el camino se quedaban los desalojos de la Guardia Civil que en ocasiones los vecinos se saltaron para salvar sus viviendas, como en Candeda o en Domiz. Tras 14 días, el incendio arrasó 10.500 hectáreas, además de cientos de viviendas.
