El pueblo de Portomourisco (Petín) se despertó ayer sobresaltado por los trabajos de una máquina excavadora. La apertura de una profunda zanja, que será ocupada por una depuradora de aguas residuales, movilizó a los vecinos, preocupados porque el lugar apenas dista 35 metros de sus viviendas. Inmediatamente, comenzaron las llamadas a sus representantes legales y al alcalde petinés, el socialista Miguel Bautista Carballo. A última hora de ayer, las negociaciones continuaban, siempre persiguiendo una única finalidad: detener la obra.
Hace un año, los vecinos habían logrado paralizar la obra. También consiguieron que un particular cediese gratuitamente unos terrenos de fácil acceso, situado a unos 200 metros del lugar donde Augas de Galicia comenzó ayer a construir la depuradora. El ofrecimiento únicamente obligaría a alargar las conducciones, un coste que el pueblo no considera excesivo. Sobre todo cuando recuerdan el mal olor y la gran cantidad de insectos que generan las aguas residuales que en estos momentos vierten las deterioradas conducciones.
'Si hay una avería y la depuradora está a 200 metros se arregla y ya está, pero si la tienes a 30 metros la tienes que sufrir', comentaba en la mañana de ayer Daniel Álvarez Miguel. Este vecino de Portomourisco también apuntó que un técnico de la Xunta debería haber visitado el lugar, viaje que no fue realizada. También mostró su preocupación ante los vertidos de las deterioradas tuberías, que vierten las aguas fecales en huertas y fincas. Sus protestas las secundó otra vecina, Felícitas Fernández Álvarez. A sus 78 años lo que menos esperaba era tener que soportar una depuradora al lado de casa. 'Estou medio morta e vanme poñer ese morto. Que o leven onde non estorbe', protestó. A su lado, Jesusa 'Chus' Fernández Fernández, invitaba a 'facer unha sentada', mientras insistía en su reclamación de 'que a leven máis lonxe'.
'Si hay una avería y la depuradora está a 200 metros se arregla y ya está, pero si la tienes a 30 metros la tienes que sufrir', comentaba en la mañana de ayer Daniel Álvarez Miguel. Este vecino de Portomourisco también apuntó que un técnico de la Xunta debería haber visitado el lugar, viaje que no fue realizada. También mostró su preocupación ante los vertidos de las deterioradas tuberías, que vierten las aguas fecales en huertas y fincas. Sus protestas las secundó otra vecina, Felícitas Fernández Álvarez. A sus 78 años lo que menos esperaba era tener que soportar una depuradora al lado de casa. 'Estou medio morta e vanme poñer ese morto. Que o leven onde non estorbe', protestó. A su lado, Jesusa 'Chus' Fernández Fernández, invitaba a 'facer unha sentada', mientras insistía en su reclamación de 'que a leven máis lonxe'.
