Al tema, Karaoke de Taberna: ¿qué tipo de piezas se cantarán aquí? ¿”O tren que me leva pola beira do Miño”?
No sé si recuerdan que un día les comentaba mi pesar por el hecho de que, en nuestra bella ciudad, a nadie se le hubiera ocurrido aún (o al menos, nadie haya llevado a cabo) la idea de hacer un karaoke decente y alejado del casposismo habitual en tales lugares (es decir, sin el “Cadillac solitario” de Loquillo o “El gato que está triste y azul” – ¿cómo puede un gato estar azul?, ¿asfixiado? –).
Así que imaginen mi alegría cuando veo que, hoy, en la Plaza de la Sal, hay un karaoke, gratuito, y que lleva por nombre Karaoke de Taberna. Lo primero que me gusta es el lugar, la Plaza de la Sal. Como casi todos los sitios que están cerca de mi casa, es un sitio muy guay (lo que me lleva a una interesante conversación conmigo misma en la que no acabo de decidir si es mi casa la que hace guays los sitios, los sitios los que hacen guay mi casa o yo la que impregno de “charm” todo lo que me rodea – si piensan que tengo el ego muy subido, acháquenlo a dos motivos: uno, como les decía en “Dulce Hogar”, tengo algo de fiebre; dos, la vida me sonríe cual jovenzuelo descarado –).
Al tema, Karaoke de Taberna: ¿qué tipo de piezas se cantarán aquí? ¿”O tren que me leva pola beira do Miño”?, ¿”Catro vellos mariñeiros”?, ¿”Murmuraban as miñas veciñas”? ¿o (y esto ya sería la pera) mi megahit preferido “Unha vella nos tempos de antes, fixo da cona un par de tirantes”? No lo sé pero me causa mucha curiosidad, así que me parece el plan idóneo para esta tarde.
A esa hora, el cerveceo, en O Tarao: ya saben que es sitio de confianza. Y luego, al acabar, están a tiro de piedra de la zona de vinos. Acudan cantando y si alguien les dice que desafinan, no le crean: por ser hoy, ustedes también impregnan de “charm” todo lo que les rodea. Que sí.
Mira Ourense: Pavo real, uhhhh, pavo real
Este cartel está colocado en una de las entradas del Jardín del Posío. Me recomienda, con mucha educación, que no maltrate a los animales. El mensaje me parece correctísimo, claro que sí, como persona mínimamente normal que soy, no estoy a favor del maltrato de los animales. Lo que sí me parece este cartel – teniendo en cuenta que, por el dibujo, se refiere básicamente a los pavos reales – es innecesario: ¿a qué temerario humano se le podría ocurrir intentar, siquiera, molestar – ya no digamos maltratar – a semejantes animales? Quiero decir, ¿los han visto?, ¿los han visto paseando entre la gente con su cola enorme como un látigo, sus colores de serpiente venenosa y sus andares arrogantes y majestuosos? ¡Santo dios! A mí, personalmente, me recuerdan a Nagini, la serpiente de Voldemort. Cuando los veo, desde luego, no pienso en maltratarlos, no; pienso, más bien, en apartarme para que no me asesinen.
Dulce hogar: Tele Mañanera
Los mejores momentos que he pasado en casa son, sin duda, aquellos en los que
a) estaba enferma, no tenía que ir al colegio y, al estar sin vigilancia materna, podía quedarme en pijama y ver la tele toda la mañana
b) eran vacaciones de navidad, no tenía que ir al colegio y, como había permiso festivo para el desmelene máximo, podía quedarme en pijama y ver la tele toda la mañana.
Pues hoy, no sé si porque tengo un poco de fiebre o simplemente porque acabo de ver la programación televisiva y me he venido arriba, noto otra vez esa sensación cosquilleante cuando compruebo que la 2 (quién si no) pone peliculones también de mañana. Así que el plan que les recomiendo para este viernes es no despijamarse hasta después de comer y, a las 12, recién desayunados, plantarse delante de la tele, fozar hasta conseguir la versión original y disfrutar de “Secreto tras la puerta” de Fritz Lang: clásico en blanco y negro ideal para una mañana de verano.
Por si son de los que sufren con el placer previendo su término, no se preocupen, a las 13:30, en cuanto acaba la película, empieza “Cachitos de hierro y cromo” que, si no lo conocen, les diré que es uno de los mejores programas de la televisión: entretenido, inteligente, nostálgico, divertido, elegante… Un primor. Y al acabar - las dos y media – si la nostalgia les ha podido, no se muevan, empieza “El hombre y la tierra”: disfruten de una de las mejores sintonías de cabecera de todos los tiempos.
