ROMERÍA

San Benito, ese "abogoso santiño"

OURENSE. 10.07.2016. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera Feligreses llevan a San Benito, en Sandiás.

Cientos de romeros subieron hasta A Uceira para sacar en procesión al santo, antes de cerrar la jornada  comiendo  pulpo y carne; una celebración que tuvo también su réplica en Allariz

Del calor de los coches y el aparcamiento, al fresquito que hacía a la sombra de la arboleda que rodea el recinto de San Benito de A Uceira, en Sandiás. Así se sentían los cientos de romeros que subieron ayer hasta el monte situado un par de kilómetros arriba de la capitalidad del municipio, en una celebración que tuvo réplica en otros puntos de la provincia, como Allariz.

En Sandiás, los más madrugadores acudieron a la cita con "o abogoso santiño" a las diez de la mañana, cuando tuvo lugar la primera misa. Después, fueron muchos los que asistieron a la celebración de las once, en el que se ofrecieron exvotos de cabeza o cuerpos de varón o hembra en busca de la intercesión de San Benito para los males tanto de ellos como de sus familiares. Figuras que colocaban al pie de la imagen en el interior de la capilla, al tiempo que depositaban una limosna y pasaban el pañuelo por la cara del santo. En estas se inició la procesión de la misa mayor.

La misa mayor, que debería iniciarse a las doce y media, se retrasó a la espera del sacerdote oficiante que debería llegar desde Ourense, algo que comenzó a levantar el murmullo. "Es el hombre y sus circunstancias", dijo el cura párroco de Sandiás, Manuel Fernández, citanto a Ortega y Gasset a la hora de calmar los ánimos y pedir perdón por el trastorno.

En lo que sí coincidían los romeros era en el fresquito que hacía en el recinto, que no recordaban quienes llevaban muchos años sin subir hasta a A Uceira o quienes lo pisaban por primera vez y que querían llevarse un recuerdo para tierras sevillanas. Un empeño personal del párroco de Sandiás.

Un párroco que contó con numerosos colaboradores y benefactores a lo largo de los últimos lustros, a uno de los cuales recordó por su fallecimiento la pasada semana, José Losada Cid, motivo por el que anunció que se suspendía el baile que habitualmente se desarrolla en el recinto, así como la comida de hermandad. Acabados los actos religiosos, fueron muchos los que aprovecharon para degustar el pulpo y la carne en el monte, tanto en el toldo habilitado para ello como en las mesas de piedra del recinto, recordando las meriendas familiares de antaño.

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