LAS BUENAS MANERAS

Saber elegir nuestro vestuario

Saber elegir nuestro vestuario implica encontrar un equilibrio entre lo que se lleva y nuestro propio estilo

Nuestro vestuario es una forma de enviar señales a los demás, y a veces una manera de autoafirmarnos. La moda cada temporada marca unas pautas que causan especial aceptación entre jóvenes, adolescentes o niños, (pantalones bajos, dobladillos deshilachados, piercing…) y aunque muchas veces esto provoca más espanto que admiración estéticamente hablando, constituye en algunos casos un signo de identidad.

Pero tener libertad a la hora de elegir nuestro vestuario no supone que no sepamos que hay ciertos momentos en los que debemos respetar una serie de normas para que nuestra imagen no cause en los demás una actitud de horrorizada ironía.

Saber elegir nuestro vestuario implica encontrar un equilibrio entre lo que se lleva y nuestro propio estilo, pero sobre todo decidirse por un “fondo de armario” adecuado a las circunstancias y momentos que vivimos. ¿Qué aficiones tenemos?,¿Qué vida social o familiar hacemos? Prendas que nos faciliten asistir a cualquier acto adecuadamente vestidos.

Es tan incorrecto asistir a un acto formal de manera descuidada o desaliñada justificandolo como un derecho a “ser uno mismo”, como presentarnos en una excursión en el campo con tacones de 15 cm.

Por lo tanto a la hora de elegir nuestra ropa debemos plantearnos en qué ocasiones vamos a usarla haciendonos las preguntas: ¿qué vamos a hacer?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿con quién?. Todo esto condiciona nuestra vestimenta. No es lo mismo ir a un concierto en el teatro Real que en la escuela de música de nuestra ciudad. No vamos igual vestidos a una boda que se celebra por la mañana en la que vestiremos generalmente de corto o por la tarde-noche que puede estar justificado que vistamos de largo. De igual forma mi consejo es vestirse teniendo en cuenta nuestras características físicas, resaltando  nuestras cualidades y disimulando en la medida de lo posible lo que menos nos guste, pero siempre dentro de la sobriedad y la armonía. Huyendo de lo recargado, demasiado ajustado o trasparente que pueda traducirse en vulgar. 

Por último, pero no por ello menos importante, tener cuidado en cuanto al estado de las prendas, en los botones sueltos y dobladillos descosidos, manchas, bolitas en los jerseys y todo aquello que suponga comunicar una imagen de dejadez o abandono

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