Opinión

¿QUÉ LE QUEDA AL PSOE?

Al margen de lo que digan las encuestas, las ya muy próximas elecciones en Cataluña, las que vendrán después en ayuntamientos y comunidades y, naturalmente, las generales, no pintan demasiado bien para el partido en el poder. No es fácil conseguir equivocarse tanto en tan poco tiempo, pero el Ejecutivo de Zapatero parece haberse empeñado en llevar la contraria al sentido común de todo el país. Y lo está consiguiendo.


Salvo a los muy convencidos, esa base de votantes que siempre tendrán tanto el PSOE como el PP, al resto les afectan una serie de variables que les inclinan hacia un lado o a otro; la primera es la economía a pequeña escala, la realidad que viven en su propio entorno y la percepción de lo que se avecina, de si esa realidad puede cambiar a corto plazo. Sobre este asunto, el pesimismo es casi general con el agravante de los muy continuados anuncios de unos brotes verdes que solo nacían en el imaginario del soñador ZP y que sus ministros y ministras acataban y hacían propios. No ha habido brotes verdes desde que la crisis se cebó con la economía mundial y muy particularmente con la española y de tanto repetir que se empezaba a ver la luz al final del túnel, lo único que han logrado es desacreditarse ellos y hacer de nosotros un pueblo desconfiado.


De las políticas sociales que fueron la bandera en la primera legislatura, no queda sino la contradicción de unas reformas hechas a destiempo y que rechazan tanto los liberales como los socialistas de verdad; este PSOE ha sido el responsable del mayor recorte en derechos sociales y encima sin resultados.


¿Qué le queda al Partido Socialista para ofrecer al electorado? Han logrado hacer inviable el estado de las autonomías con iniciativas y concesiones absurdas, han enfrentado a comunidades y han hecho pactos de los que ahora reniegan no por arrepentimiento intelectual sino por el coste en número de votos. La política exterior ha sido un ir y venir sin rumbo fijo y hemos aguantado sin rechistar todo tipo de desplantes; el último, estos mismos días, con esa vergüenza que es la situación de los saharauis en Marruecos. Y lo malo es que no parece que se enteren. Nadie alza la voz para decir basta, para poner un poco de orden en este Gobierno que ni con Rubalcaba como todopoderoso parece salir de un letargo que le hace deambular por los foros internacionales diciendo en cada momento lo primero que se le ocurre, da igual que subvencione al carbón y al mismo tiempo se apueste por la renovables. Vale todo con tal de salir del trance. Pero así no vamos a ninguna parte: las próximas elecciones no las va a ganar el PP, las va perder el PSOE y, si sigue así, por goleada.

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