Opinión

Sustitución diferida

El secretario general de la UGT, Cándido Méndez ha anunciado que no se presentará a la reelección en el próximo congreso de su sindicato, que se adelantará al primer cuatrimestre de 2015. Lo ha hecho año y medio antes de que se produzca su sustitución para urgir a la organización a que adelante sus planes de reorganización, para hacer más reducido y más ágil el entramado organizativo para dar respuesta a los cambios internos, menor afiliación y financiación pública más corta, y a los externos en un momento en el que el sindicato de la familia socialista tiene que hacer frente a una delicada situación provocada por los escándalos de corrupción que le salpican sobre todo en Andalucía, con las investigaciones sobre los ERE, las facturas falsas y los cursos de formación, o con las tarjetas black en Madrid. Un cúmulo de casos que si bien Cándido Méndez afirma que no están en el origen de su decisión de abandonar la cabeza del sindicato, indudablemente tienen que ver con ella.

El tiempo que falta hasta que abandone la secretaria general debiera ser suficiente para dejar a su sucesor la situación interna clarificada, de tal forma que quien le sustituya se encuentre con la casa lo más limpia posible, y como en 2015 habrá elecciones sindicales, con la fuerza que los trabajadores otorguen al sindicato bien establecida.

A lo largo de los veinte años que Cándido Méndez ha estado al frente de la UGT ha visto como en La Moncloa se sucedían cuatro jefes de Gobierno y a los tres últimos, en compañía de CC OO, les han montado varias huelgas generales cada vez que han pretendido cambiar el eje de los derechos de los trabajadores, con las reformas de las pensiones y del mercado laboral, aunque no consiguieron cambiar los designios gubernamentales –pero el “decretazo” de Aznar lo anuló el TC-. El fracaso fue más notorio en las últimas convocadas a Zapatero y Rajoy porque la situación económica había cambiado radicalmente y una vez más UGT se enfrentó al gobierno socialista -a pesar de que irónicamente los dirigentes del PP decían que Cándido Méndez era otro “vicepresidente” del Gobierno de Zapatero-. Entretanto, los sindicatos fueron sometidos a una operación de acoso y derribo por parte de quienes hacen caso omiso de su función constitucional, han socavado sus funciones con las reformas laborales y la laminación de la negociación colectiva y no reconocen su importancia para el mantenimiento de la normalidad en el sistema productivo a la que tantas veces han contribuido con el diálogo social, del que Cándido Méndez ha sido un ferviente partidario, y que es necesario volver a retomar con carácter urgente.

Pero, sin olvidar preceptos básicos de su actividad que aún se mantienen y de los que Cándido Méndez es representante genuino, su sustituto –“joven y con experiencia”- tiene que abordar cambios en la forma de actuar del sindicato que ofrezca respuestas a los trabajadores que se desempeñan en un mercado laboral en el que cada vez son menos los que tienen trabajo fijo y estable y más quienes tienen trabajo precario o son ‘falsos autónomos’. Y de paso ha de provocar una catarsis en el funcionamiento interno de sus cuadros en las empresas para evitar su burocratización y que caigan en comportamientos que generan las críticas y alejan a los trabajadores de la afiliación al sindicato, lo que comienza a ser su verdadero talón de Aquiles.

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