Opinión

El metafísico Oestrimnio

La conferencia había sido un rotundo éxito, cientos de jóvenes se agolpaban a la salida intentado hablar con el viejo líder del PCE, pero solo unos pocos lo habían conseguido. Sin embargo la cena se convirtió en un agitado gallinero, todos querían hablar con el hombre que había sacrificado a su partido en aras de la democracia ¿Qué está pasando, quién es ese muchacho? ¿Qué dice? Santiago Carrillo estaba desorientado y no por ello dejaba de aspirar el humo de su inseparable cigarrillo; intentaba hablar pero su voz no lograba imponerse sobre la de sus contertulios y sobre todos ellos destacaba la del disperso e iconoclasta Xaime Quessada, a quien el profesor Xesús Alonso Montero definía como “falador” e “herexe” del discurso, pero genial y culto como pocos intelectuales de la Galicia mítica. Porque Xaime es y será por toda la eternidad un genio, un comunista libertario, un enemigo de la mediocridad y el creador de la más grandiosa obra pictórica que ha parido Galicia. El Viejo Milenario ha vivido con el “inmortal” algunos cortos pasajes de su vida y ha gozado de la amistad de un semidiós generoso, amante de su patria, ciudadano del mundo, hermano de los parias, “guerrero del arcoiris” contra el fascismo, martillo de majaderos y señor de Lucenza 

El Viejo Milenario conoció al Genio en una reunión con Manolo Peña Rey, en el Comité Provincial del Partido Comunista; compartían responsabilidades con Peña Rey, Concha Limia, Paco López Cambeses, Carlos López Polo, Vicente González Montoto, Xaime Quesada y el entonces Joven Milenario. Xaime militaba de una forma “sui generis” en varias organizaciones políticas: primero en el Frente de Liberación Popular (FELIPE), donde fue camarada de M. Vázquez Montalbán; posteriormente en la UPG, con su amigo de infancia Méndez Ferrín. Pero fue en el PCG donde soportó más tiempo la estricta disciplina de la organización hasta que, silenciosamente, abandonó la militancia. Sin que esto fuera óbice para seguir ayudando generosamente a todo movimiento solidario, donando obras y colaborando clandestinamente en la lucha contra el régimen franquista. Sus aportaciones en el debate político tenían la plasticidad del guerrero que combate el “mal” para darle sentido a la vida.

Lideró con humildad y ejemplo a los “artistiñas”, siendo sus aportaciones a los movimientos obrero y cultural fundamentales para financiar la resistencia de la lucha de los trabajadores. En la comarca de Ferrol lo adoran y lo consideran hijo predilecto. Coincidimos en la Junta Democrática, en la Junta Directiva del Ateneo, en el agit-prop (agitación y propaganda) contra la Cuota Empresarial que el gobierno fascista quería imponer a los campesinos equiparándolos con terratenientes. 

Su generosidad y amistad con el Viejo Milenario no ha tenido límites: sin recibir nada, confeccionó el primer cartel del Entroido de Xinzo, lo mismo que el póster del sindicato de profesores que se enfrentaba al sindicalismo del régimen (SEM). Al margen de la actividad política, el Anciano recuerda con especial cariño cuando, acompañado de Chus, compartió unos días en la aldea de Limeres. Xaime iba a pintar inspirado en la belleza del paisaje y en el profundo silencio que reinaba en un paleolítico lleno de misterios, todo favorecía la creatividad del artista de la genialidad. Una noche de luna llena se decidió a confraternizar con los escasos habitantes de la aldea. Siempre que salía de casa, Xaime iba pertrechado de lápices, blocs y ceras. Después de tomar varios cafés y antes de volver al hogar, entramos en la “lareira” de una anciana que vivía pobremente careciendo su casa de luz, agua, servicios higiénicos…Quessada sacó blocs y lápices e intentó retratar a Honorata; ésta, con voz ronca, le dijo: “Non me quites a alma”, a lo que el genio contestó: “Cree vostede en bruxas e trasgos?”. “Rapaz, con esas cousas non se xoga”. Al día siguiente Peña Rey vino a buscar a Xaime y Chus; su querido tío Manolo de Barbantes había aparecido muerto viendo un partido de fútbol por la televisión, aproximadamente a la misma hora en que Xaime intentaba retratar a la vieja Honorata.

El espíritu del Barón Oestrimnio viaja por el mundo sideral y con la ayuda de su hijo Xaimiño probablemente consiga hacer el retrato de Honorata, si la CIA no lo impide. Mientras Carrillo consigue entender la cascada de palabras, aparentemente inconexas, pero llenas de sabiduría de Xaime Quessada, el Barón Oestrimnio. 

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