Opinión

CONVERSACIONES CON ALBERT CAMUS

En el libro recientemente publicado con el título 'El existencialista hastiado', se recogen las conversaciones que el existencialista Albert Camus y el reverendo metodista Howard Mumma mantuvieron hace algunos años en París. Editado por primera vez en español, el extraordinario testimonio de Mumma revela extensos y profundos diálogos con Camus y muestra hasta qué punto un existencialista hastiado luchó por alcanzar una fe que le diese aquello que el mundo no le daba.


El relato de este proceso, lleno de inquietud por conocer la respuesta que ofrece la fe cristiana a los interrogantes más profundos del ser humano, nos muestra a un escritor colmado de éxito literario y profundamente insatisfecho por la imposibilidad de encontrar en la lucha política por la justicia una solución al problema humano, hasta exclamar: ¡Soy un hombre exhausto y desilusionado. Es imposible vivir sin encontrar sentido a la vida!


En efecto, las conversaciones de Mumma con Camus vienen precedidas en el libro citado por un estudio de la obra literaria y filosófica en el que el profesor universitario José Ángel Agejas recorre las distintas etapas creativas del escritor francés. Lo más interesante de este análisis es comprobar cómo Albert Camus se planteó siempre desde la honestidad intelectual que su obra no era una defensa del absurdo de la existencia, sino el testimonio de que el mundo sólo responde con el absurdo a la inquietud humana por encontrar sentido a la vida.


Hoy sabemos que el buscador de sentido lo halló. Lo conocemos gracias al pastor de la iglesia metodista quien, cuatro años después de la muerte de Camus en accidente de automóvil, ha revelado una parte sustantiva y sustanciosa de sus conversaciones con el premio Nobel francés.


Por mi parte me limitaré a hacer algunas consideraciones a partir de una de las últimas frases de Camus a Mumma: 'Amigo mío, voy a seguir luchando por alcanzar la fe', palabras que desmontan tantos clichés fabricados sobre el autor de 'La Peste' y tantas otras biografías que desconocemos en su entraña. Con la publicación de este testimonio de primera mano se presta al mundo intelectual contemporáneo una gran lección. Quizás cabe decir, ante todo, que nos hallamos una vez más ante el cumplimiento de la palabra de la Sagrada Escritura cuando afirma 'El que busca, encuentra; al que llama, se le abre'. El caso de 'Agustín de Hipona' en sus múltiples variantes es y seguirá siendo una constante histórica.


Me place pensar, a continuación, que la misericordia de Dios es tan grande que hace lo indecible para salvar a un solo hijo. En la hora suprema de la verdad, hasta la soberbia humana -no así la diabólica- puede ser abatida por Dios que es Amor, como recuerda la gran encíclica del papa Benedicto XVI. Según afirma Howar Mumma, Albert Camus encontró un bautismo que la Iglesia reconoce como 'pasaporte' válido para la entrada en el Reino de los cielos: 'el bautismo del deseo'.


Por fin quisiera decir que la lectura de Camus, desde ahora, se convierte para el estudioso en lectura de un inquisidor de sentido, largo tiempo insatisfecho porque busca y no encuentra. Procura, incluso, apartar de su mente la cuestión y se limita a preocuparse de su prójimo, sin saber por qué, como el doctor Tarrou en 'La Peste'. Tras múltiples frustraciones y desalientos el sentido le sale al encuentro. Ya lo toca con la punta de los dedos. El automóvil se estrella. Ya basta de búsqueda. Es suficiente. Ha valido la pena.


La conclusión es sencilla: La honestidad intelectual, la honradez humana, el respeto al otro, la búsqueda, aunque a tientas, facilita el encuentro de la Verdad, mejor aún, facilita el reconocimiento de la Verdad que está ahí y nos busca, nos llama hasta el último momento.

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